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Por primera vez, sentí cómo todos liberaban tensiones, sonriendo. Por suerte, después de que Noor consiguiera cobertura, sus padres no se fiaron y nos mandaron estar muy quietecitos durante un par de horas.

Claro está, después de aquella noche tan fogosa, teníamos el deseo aún latente en nuestros cuerpos y lo canalizamos contra una de esas rocas pesadas que había. Ni siquiera nos quitamos la ropa, más que nos bajamos un poco la parte de abajo para degustar el cuerpo del otro. Qué decir tiene que la carita de placer y rubor de Noor no se me va de la cabeza, ni la manera en la que me masturbó con solamente la mano al final para tragarse toda mi lujuria. ¡Menuda chica! La cantidad de secretos que me había escondido... Como ese en el que raspaba con sus uñas mi espalda, sin clavarlas, provocando que me entraran escalofríos y estuviera a punto de correrme, con sus piernas apretando mis caderas.

Fue un momento corto, fugaz, no duró más de 10 minutos. Fue hablar de chupetones y que se subiera la camiseta y el sujetador para enseñarme uno cerca de su axila, uno de los lugares más sensibles. Estaba tan sorprendido como ella cuando se sonrojó. Tal vez el haberse desinhibido de tal manera anoche conmigo la hiciera más lanzada, porque hizo amago de bajarse la camiseta, arrepentida y avergonzada. Y ese chupetón, al parecer había sido obra mía...

Pero la demostré lo mucho que me había gustado ese detalle frenando el descenso de su camiseta por el torso, dándole besos largos y lentos, notando cómo sus pezones se endurecían entre mis dedos y algunos silenciosos gemidos se colaban por mi garganta. Pasando la yema de los dedos por su chupetón, curioso, le pregunté qué es lo que hice dormido, y su respuesta me dio mucha rabia.

Las mismas cosas que hago dormido debería hacerlas despiertas, acordarme del más minimo detalle y más tratándose de algo así.

-Me desperté sudando horas después de... hacerlo contigo -pude ver los pigmentos ahora colorados de su piel estando tan cerca, sujetando su cintura entre mis manos y con sus pechos medio al aire-. Notaba algo húmedo y a la vez cálido aquí -dijo señalando elegantemente su pecho, estando sentada en una roca, momentos antes de que la besara, justo a mi lado y con el móvil en la mano, acabando de tener una charla con nuestras familias-. Al despertar, vi qué era esa mezcla de calor y frío... -susurró, llevando un dedo a mis labios para acariciarlos. ¿Había besado su pecho? Mierda, solo con oírla y verle medio pecho me había puesto como una moto.

Gemí contra sus dedos, desesperado por tener su boca sobre la mía. Apoyó entonces sus manitas en mis muslos para besarme, y agradecí el frescor de la mañana, porque un intenso calor se apoderó de mi cuerpo. En un instante, noto cómo su mano delinea la forma de mi miembro despertándose, emocionada ante sus caricias. Quería enterrársela en esa boquita que tan loco me traía, y la tenía tantas ganas, que la levanté entre mis brazos pegando su entrepierna a mi pantalón.

Ansioso por hacerla el amor, pegué su cuerpo contra la roca, a lo que ella estoy segura de que marcó de rojo mi cuello al acercarme a su anatomía. Bajamos nuestros pantalones como buenamente pudimos y, pudiendo observar ahora cada detalle de su cuerpo, cada intenso vello suyo reluciendo a la luz del sol, la hice mía.

-Kain... -susurró mientras la penetraba y se aferraba a mis hombros-, anoche... fue increíble.

-Lo fue... -contesté dándola un besito corto en los labios-, y ahora, también -dije disfrutando de sujetar sus piernas en mis manos. Avancé dos pequeños pasos hacia ella y cuando la apreté más contra la roca, ella se aferró a mi pelo.

***

-¿Me has escuchado?

Era la voz de la madre de Noor, que estaba caminando justo a mi lado, cuando ya a lo lejos se vislumbraba el aparcamiento. Salí de mi recuerdo, percatándome de hasta adónde habíamos llegado. Mucho menos atestado de gente que la anterior vez.

-¿Eh? -preguntó Noor distraída y con una sonrisa en sus labios.

-Te he dicho que hemos recuperado el saco -repitió su madre, seguramente viéndola tan distante del momento como yo-. ¡Hoy hemos llamado y, por suerte, alguien lo encontró y lo dejó en el camping!

Creo que le dejó de prestar atención en ese momento, que fue cuando me miró de reojo sin dejarme sonreír. Su sonrisa era más brillante que nunca, pero le hice una señal con la cabeza para que atendiera a su madre. Al principio, sin entenderme, frunció el ceño. Negué con la cabeza, para que ignorara lo último que había gesticulado. Sí, puede que en lenguaje corporal tuvieramos una nota estupenda, probablemente un 8/10, pero en el verbal... un 3/10 diría yo. Aún teníamos bastante por aprender.

Tras aquel infortunio, que más que infortunio fue una noche perfecta para perderse, ambos comenzamos los exámenes. A pesar de eso al siguiente sábado, ya que nuestras familias no podían quedar, decidimos hacerlo nosotros. Pero no solos.

-¡Qué pareja más bonita hacéis! -exclamó Kels, la chica pelirroja que conocimos en la excursión. No lo pude evitar, yo también me sonrojé hasta las cejas al igual que Noor. Por suerte, mi tono de piel ocultaba la rojez. Con lo parlanchín que era yo y que esas universitarias hicieran que muchas veces me quedara sin palabras... Aún recuerdo cuando, dando vueltas al papel que me dieron en la montaña y con el corazón martilleando contra mi pecho, me planteaba seriamente esa... orgía entre Suva, Kels, Noor y yo. Estaba pensando llamarlas porque me moría de ganas, eso era innegable, pero que quería disfrutar al completo de Noor, eso también era cierto. Aunque eso no impidió que las llamara. Para mi sorpresa, "al notar esa duda en mi voz" se les ocurrió algo para divertirnos. Para pasar tiempo juntos, a pesar de que no fuera para tener sexo. Me quedé con muchas ganas de conocerlas, sobre todo desde que las vi juntas intimando en la montaña. Pero lo que más me sorprendió fue que Suva me lo dijera a la cara al día siguiente, en la montaña. Ese "espero que disfrutaras", sin un ápice de vergüenza en su expresión, aludiendo al espectáculo que había hecho junto a Kels dentro de su tienda de campaña abierta. ¡Abierta! No les importaba que alguien pudiera verlas... y me pareció fascinante su falta de pudor con respecto al mundo.

Ahora estábamos en la cola para entrar al cine, a las 6 de la tarde del sábado, cuando Suva pasa un brazo por encima de Noor, con toda la soltura del mundo.

-Oye, tía ¿estás enfadada conmigo o algo?

Tuve que reprimir la risa ante el intento de apartarse de ella. Por lo que conocía, parecía odiar a todos, menos a unos pocos. Lo raro sería que a Noor le cayeses bien. Es su manera de protegerse a sí misma, lo comprendo, pero no hay necesidad de hacerlo granjeándose enemistades. Con lo bonito que es disfrutar de la compañía de gente nueva, poder conocerla. Lo cierto es que había venido de mala gana... pero el hecho de que echaban una nueva película de Tim Burton, le convenció completamente...

Haciendo como que el cartel de una película de terror había captado mi atención, pasé una mano por mi pelo y apoyé mi peso en una sola pierna.

-Sé lo que pensabas, no te creas que soy tonta -dijo la rubia.

Estaban justo delante de mí en la cola, teniendo yo a mi lado a Kels con su atuendo que llamaba la atención de cualquiera: camiseta de tirantes ceñida y pantalones muy cortos. A pesar de eso, fue el comentario de Suva lo que atrapó mí atención.

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora