CAPITULO 1

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Me tumbo en la cama y cierro los ojos. Tendría que haber cenado ya, pero soy demasiado vaga para calentarme la cena.

Estoy sola en casa. Mi madre se fue a trabajar hace dos horas y volverá mañana a la madrugada.

Tengo diecisiete años y mi nombre es Caterina, aunque mi padre me suele llamar Cat y no se porqué.

De repente suena el timbre.

Bajo las escaleras y estoy a punto de abrir la puerta, cuando me detengo y me doy cuenta de que no esperaba visita. Cojo lo primero que pillo ( que resulta se una pequeña estatua vieja y desgastada). Desde que cumplí los dieciséis tengo miedo a los desconocidos y eso que de pequeña no era así

Vuelve a sonar el timbre. Espero unos segundos y abro con cuidado.

- Hola nena

- A hola Sarah.

- Pensé que no me querías abrir.- Me guiña un ojo y entra

Dejó con cuidado la estatua que cojí sobre la mesa. Sarah lo ve y alza las cejas

- ¿Acaso me querías apuñalar?-se ríe

-Es tentador. ¿Porque no subimos a mi habitación y charlamos allí?- Sarah es mi mejor amiga desde hace muchos años. No tenemos secretos la una de la otra.

En mi habitación nos quedamos unos segundos en silencio.

- una cosa, me encontré con tu madre y me dijo que llegaría muy tarde. Aunque tú y yo sabemos que eso no es una novedad

Mi made, Gabriel, solía llegar tarde por culpa de sus reuniones. Ella es un ángel y mi padre, Astaroth, es un demonio. Después de un rato de charla nos despedimos y me duermo.

Al Día siguiente me levanto sobresaltada por culpa del despertador.

Hoy va a ser el primer día de mi nueva escuela. Me levanto y camino pesadamente hacia la cocina.

- Buenos días- dice mi madre.

Ella es guapa. Tiene el pelo castaño como yo y en sus ojos se refleja una bondad insuperable. Realmente me parezco más a mi madre que a mi padre. Él está sentado leyendo el periódico.

Me saluda levantando la cabeza y sonriendo. Yo también lo hago.

Me siento en la silla más cercana.

Después de desayunar corriendo, me ducho y me pongo ropa limpia. He escogido mi camiseta y pantalón preferidos. No me decidía ente mis botas altas o mis botines. Al fin he acabado por optar los botines.

- Adiós, que tengais un buen día. - les digo a mis padres.

La parada del autobús está a 100 metros de mi casa. El autobusero ya me conoce de todos lo días. No se como se llama pero me cae muy bien.

Al entrar no esta él. El nuevo es más corpulento y más rudo. Le entrego la tarjeta y sigo caminando. Me siento en el primer sitio libre. Cuando era pequeña odiaba los autobuses por su olor. Ahora ya estoy familiarizada con ellos.

De repente el autobús se detiene y hace un ruido un tanto feo.

-¿Qué pasa?- le pregunto al autobusero por encima del estruendo.

Se levanta sin decir ni una palabra y examina el motor. Al abrir la tapa sale un humo negro.

- Me temo que se ha estropeado el motor y no podremos seguir- Anuncia.

¡Genial! Ya que iba justa surge un imprevisto. ¿Por qué siempre me tiene que pasar a mí? Salgo corriendo por la puerta trasera. No tengo tiempo para pensar, me doy contra un señor.

- ¡Mira por donde vas!

- Lo siento

Veo un edificio grande y no muy moderno. Miro la dirección que me dio mi madre esta mañana. ¡Bien!. Tropiezo con un chico. Por como corre diría que también llega tarde como yo. Es alto y sus ojos son de un color gris bastante siniestro, pero a la vez atractivo. Eh! Espera tiene una espada demoniaca a la espalda, es un demonio. No les temo a los demonios, más que nada porque mi padre es uno de ellos. Pero me parece raro que un demonio valla al insti. Seguro que como su vida es tan larga viene para no aburrirse.

- Lo siento

- Lo mismo digo. Empezamos con mal pie.- Me guiña un ojo y empieza a correr.

- Alcánzame si puedes. Por cierto, te he estado esperando- No entiendo lo que me quiere decir.

Seguimos corriendo, hasta que me para en una puerta. Entramos. Mi nueva clase es pequeña, pero gracias a las ventanas parece bastante amplia.

Tiene un par de estanterías y una pizarra enorme.

- ya llegando tarde desde el primer día de clase -

El demonio me da un codazo. O sea que este es nuestro profe. Pues no parece muy amable...

- Tu debes de ser Caterina y tu Angelo. Basta que es tu primer día en este instituto para que llegues tarde.

Angelo sonríe y se me escapa una risita, lo encubro con una tos y todos me miran y se ríen.. menos el profe. Bueno por lo menos he causado buena impresión a mis compañeros

- Lo siento, yo..

- sí sí excusas. Como siempre- Me interrumpe.- Siéntate.

Estudio la clase por encima. Sarah no está, deben de haberla puesto en la otra clase.

Cojo el primer pupitre libre. Esta en la última fila junto a la ventana. Angelo se sienta en el de al lado.

Al finalizar las clases, salgo pitando. A sido horrible. En geometría, al salir a la pizarra me e tropezado y casi me caigo, y más de lo mismo en las demás asignaturas. Estoy a punto de salir de este maldito colegio cuando una mano toca mi hombro. Me giro y veo a Angelo. Él es el único que me a tratado bien desde que llegué.

- Hola

- ¿te pasa algo?- Me contesta con un tono de preocupación.

Espera, los demonios no se preocupan por nadie o eso tengo entendido.

- No....

- Ya se que ha sido duro. Pero dentro de unos días te irás acostumbrando.

- Bueno, eres el único amigo que tengo en clase. Por lo menos tu me has tratado bien hasta ahora. Te llamas Angelo, ¿no?- Esa pregunta era obvia, pero era por matizar el hielo.

- Sip, y tu Cat ¿no?

- ¿Como sabes eso? no quiero decir mi nombre, si no la abreviatura.

- Era obvio ¿no?

- Ya pero podrías haber dicho Cate, Ca...

- Eso es ridículo.- se ríe- Digamos que soy un poco adivino.

Dos velas para el diablo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora