Capítulo 2

36 5 2
                                    

—¡Hey, Brok!—grité mientras corría para alcanzar a mi viejo amigo.
—¿Pasó algo, Abdera?—dijo preocupado. Puso una de sus manos sobre mis hombros para transmitirme un poco de su energía; la energía blanca era uno de nuestros más bellos dones, podíamos sanar, pero para mí era algo más que una sanación; era sentir una pequeña parte de la otra persona.
—Gracias—dije jadeando
—No hay de qué, ya lo sabes. Bueno, ¿cuál era tu prisa?
—¡Brok, adivina quién ira al planeta azul!—me pare más firme aún y puse mis manos sobre mi cintura; tenía una pose heroica, así me sentía aunque aún no fuera un héroe.
—No—dijo mientras sus ojos parecían salirse.
—¡Yo, Brok! ¡Yo! —dejé salir un pequeño grito mientras saltava una y otras vez como una loca.
—¡No! ¡No!—comenzó a gritar de felicidad. Me tomo de las manos y brinco conmigo.
Él sabía perfectamente lo que significaba para mí, para los dos. Ambos habíamos deseado siempre explorar, y hoy...hoy sería el día.
—Brok, serás mi mano derecha, mi sub–capitán. ¿Irás conmigo, cierto?—dije con una sonrisa nerviosa.
—¡Por supuesto que sí! Será un honor compartir la nave con usted, capitana.
—Ahora, solo falta una persona, pero no sé quien podría ser—dije desanimada.
—Y... ¿Por qué no al Señor Quiklet?
—¿Él... Señor Quiklet?—dije impresionada—¿no crees que es algo... viejo?
—Pero tiene la experiencia, él sabe de naves, trabajo 15 años como explorador. Vamos, Abdera, no puede ser mejor.
—Tienes razón, pero no puedo evitar sentirme intimidada—miré a Brok. Me sentía muy pequeña por lo que acababa de decir.
—¿La capitana se siente intimidada?—dijo en tono burlón mientras me daba pequeños golpes en el hombro.

Él señor Quiklet era un hombre respetable, un hombre retirado de los exploradores hace ya 5 años. Él señor Quiklet nunca fue un hombre amigable, casi nunca hablaba con nadie y siempre bebía Jabe; una vez probé esa bebida, y era asquerosa, amarga, amarilla y pesada. ¿Cómo podía gustarle tanto? Algo debía tener el alcohol para que el Jabe le gustará tanto.

—Hola, señor Quiklet—dije muy nerviosa.
Él me vió de píes a cabeza, hizo una mueca y siguió con su carpintería.
Para ser sincera, se veía más intimidante de cerca, era mucho más alto y se podía ver que tenía varias cicatrices por el cuerpo.
—Iré al grano—dije retomando un poco más mi seguridad—me han nombrado capitana en la próxima exploración y quiero que usted sea mi compañero junto con Brok—estaba impresionada, había dicho todo sin tartamudear.
—¿Tú? Apenas eres una niña—dijo mientras me miraba con una especie de desagrado e inferioridad.
—Ah, bueno no soy tan niña como piensa, fui la mejor de mi generación. Me he esforzado mucho señor Quiklet, se a lo que me enfrento. No aceptaré un no por respuesta.
Él escupió algo al piso.
—No—dijo con una sonrisa burlona y volvió a su trabajo, lo que parecía ser una silla.
Sentía que las piernas me temblaban, esto se me salia de control y yo odio que se me salgan las cosas de control.
—Señor Quiklet, por favor. Esto es una oportunidad, lo únic...
—No trabajaré para una niña con escasa experiencia de ¿qué? ¿4 años?
—5—dije casi susurrando.
—Já. El coronel debe estar muy desesperado para enviarte a tí. Eres la más joven que se ha enviado.
No tenía palabras que decír, era cierto lo que él decía, lo único que tenía a mí favor eran los ánimos.
—Si yo le doy el poder de capitán, ¿irá con nosotros?—estaba dispuesta a lo que sea con tal de que el viaje no se retrasara más.
Me escaneo con la mirada, como esperando a ver inseguridad por lo que acababa de decir.
—Tal vez—dijo indiferente. ¡Pero que complicado era el señor Quiklet!.
—Lo declaro capitán, soy Abdera y estoy a sus ordenes. Podemos despejar la nave cuando este listo, señor.
Él me miró algo asombrado, parecía que mis palabras habían despertado en él algo.
—Ah, y yo soy Brok, señor—dijo con algo de miedo.
—Déjense de esas tonterías de respeto, solo díganme Quiklet. ¿La nave está lista? Porqué sí es así, nós iremos esta misma noche, mientras más pronto nós vayamos de aquí, hay más esperanzas.
—Señor, perdón, Quiklet. En la noche no podemos salir, hay más activid...
—Quiero que tomen un poco de inspiración—dijo burlón. ¿A qué diablos se refería?

La nave era algo grande, bueno, para mí era un sueño, él señor Quiklet dijo que era una basura, dijo que en años anteriores las naves eran el doble de grandes, pero que los recursos se han ido agotando cada vez más.
Mi madre se había despedido de mí ahogada en lágrimas. A mí me partía el alma dejarla así, pero no había que más hacer.

—Tú serás la piloto de apoyo y tu amiguito se hará cargo del control mecánico en la nave.
Él señor Quiklet sabía lo que hacía, no me arrepentía de haberle dado el poder de capitán, era un hombre con mucha experiencia.

Se encendieron los motores, la nave sonaba con mucha intensidad. Él señor Quiklet sonrió, pero sonrío de verdad, parecía que esto le encantaba y a mí también, pero tenía miedo.
La nave se elevó, Brok vigilaba la parte trasera, me hizo señas de que todo estaba en perfecto estado.
Desdé arriba todos parecían más pequeños, diminutos. Rápidamente me invadió una tristeza, ahí había vivido toda mi vida y tal vez nunca volvería, un pequeño lugar plagado de oscuridad, una poca luz se veía con lámparas, así había vivido toda mi vida, sin conocer la luz natural.

—Ahora viene lo divertido—dijo el señor Quiklet—ya, vean abajo.
No lo creía, era nuestro antiguo hogar, destruido... era horrible. Las personas se veían caminando sucias, todas peleaban, destruian, gritaban... era un desastre.
—No lo puedo creer, esto es peor de lo que imaginé—dijo Brok melancólico.
—Muchas veces hemos tratado de ayudar, pero nada parece ser útil, están llenos de odio, parecen animales—dijo él señor Quiklet con desagrado.
—Hay niños...—dije casi susurrando.
—Son las nuevas generaciones y siguen creciendo. Bueno, creó que ya es suficiente, debemos encontrar ese planeta, ¿entienden?—dijo él señor Quiklet resaltando lo último con coraje.

Habían sido los pocos minutos de mirar a nuestra gente así, arruinandose así mismos. ¿Cómo podía existir tanta maldad en ellos? ¿Por qué no aceptaban nuestra ayuda? ¿Nós veían como enemigos? ¿Qué les hicimos?
Con todas esas preguntas el viaje siguió y nós adentramos a un mundo oscuro y bello, con estrellas, galaxias y mundos de colores. Un sueño, pero también podría ser nuestra pesadilla.

Huésped Donde viven las historias. Descúbrelo ahora