Un tutor.

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Había pasado alrededor de un año desde que volvió del campo de batalla y ahora se dedicaba a entrenar a los nuevos reclutas. Iba una vez a la semana con un psicólogo y estaba sometido a medicamento el cual se encargaba de mantenerlo relajado. Aún no lograba superar todo lo que vivió en la guerra pero podía seguir día a día sin agobiarse tanto como en los primeros días que volvió. Fue llamado por su padre quien lo requería en su oficina antes de iniciar con los entrenamientos. Llegó minutos después de ser llamado. Su padre le dio información acerca de un nuevo recluta con problemas muy serios de actitud que no podría convivir junto a otros cadetes y por ello era necesario que alguien se encargara de él. Dejaría de trabajar con más de veinte reclutas para enfocarse únicamente en uno, sería más fácil ¿no?

—No creo que sea una buena idea. Fliqpy no estará muy contento con esto, ¿Qué tal si le hace algo? —Preguntó Flippy con preocupación en su tono de voz.

—No te preocupes por eso. Él no ha aparecido desde que comenzaste a ir con el psicólogo. Serás un buen tutor así que espero que hagas un buen trabajo con ese chico. -Respondió el mayor con muchos ánimos y confianza en que su hijo haría lo mejor. En ese momento un par de golpes se escucharon en la puerta de la oficina.—Debe ser él. Abre la puerta. —Le ordenó.

Una vez escuchó las ordenes—¡Splendid presente, señor!—Dijo una vez abriendo la puerta de par en par, con el saludo militar de la mano sobre la frente. Sonrió y frunció el ceño tras ver al general y a su hijo, a decir verdad se sentía un tanto molesto, sabía que lo tomaban como un mal soldado, uno que necesitaba ser corregido, pero ¿por qué tenía que hacerlo? La gran voluntad de salvar a los ciudadanos era igual de grande que sus demás compañeros, no, quizá y él tenía más voluntad que todos ellos, era más fuerte, más eficiente ¿Por qué debería de haber algo mal con él?. Dio un par de pasos al frente y posando la mirada en aquellos dos se mantuvo en silencio con la finalidad de saber qué era lo que estaban hablando, más la razón de su presencia en ese instante.

Flippy obedeció al instante y se puso de pie para abrir la puerta encontrándose con un chico de cabello azul bastante energético a juzgar por su tono de voz. ¿En serio ese chico tenía problemas de actitud con los demás cadetes? No parecía el típico chico problema que iba por la vida jodiendole la vida a todo aquel que se le ponía en frente.

—Splendid.—Llamó al menor al mismo tiempo que se ponía de pie caminando hacia ambos.—Él es mi hijo, Flippy. Él será tu nuevo tutor. Flippy, él es Splendid y estarás a cargo de él de ahora en adelante. —Presentó a ambos manteniendo una leve sonrisa en sus labios que no contrastaba en nada con el tono de voz serio que estaba usando.—Bueno, una vez aclarado esto, vayan al patio principal, ya es hora del entrenamiento.—Tomó de los hombros a su hijo y lo empujó fuera de la oficina.

—Un gusto, Flippy—Dijo Splendid un poco más tranquilo que antes. Por unos segundos miró a quien, como habían dicho, ahora sería tutor. Quiso estudiarlo, pero lo único que se le vino a la mente es que sería divertido intentarlo. No planeaba cambiar su forma de ver y hacer las cosas finalmente, el hijo del general tampoco podría hacerlo cambiar. No tenía porque. Iba a decir algo más como "mucha suerte" o "será divertido ver qué pasa" pero se detuvo con la boca abierta al ver como el general empujaba a su hijo fuera de la oficina. Suspiró con una sonrisa pesada y segundos después les siguió el paso por detrás.—A la orden.—Dijo al final caminando con las manos tras la espalda.
—Mucha suerte Flippy.—Dijo el general antes de cerrar la puerta antes de que el peli verde pudiera decir algo para quejarse por haber sido sacado de esa forma. Seguido volvió a su trabajo esperando a que su hijo le fuera bien.

Y Flippy bufó un poco fastidiado por la actitud del mayor pero decidió no darle más importancia. —Bien, vamos al patio principal. —Dijo al peli azul comenzando a caminar con destino a aquel lugar. Si el chico era como su padre le dijo, debía prepararse mentalmente para tratar con él, debía ser duro y paciente para que el chico no terminara haciendo lo que le venga en gana.

Mal héroe, Mal cadete.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora