Cuatro.

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— Ni creas que me subiré a esa cosa. — dije mirándolo como si estuviera loco.

— ¡No la ofendas! No es una cosa, te presento a mi bebe. — dijo acariciando a un lado de su moto.

— Sabia que era mala idea aceptar, iré a buscar a Ethan. — dije dándome media vuelta y empezando a caminar.

— No quería llegar a medidas extremas. — dijo agarrándome y subiéndome a su hombro, empezó a gritar.

— ¡Bájame, por favor! ¡Se me ve todo, simio! — él me puso adelante de la moto y se sentó atrás mío, sin esperar un segundo arranco. Volteé para atrás a buscar algo con que protegerme. Sin darme cuenta que era me agarre de eso. Sentía como Derek se ponía a reír.

— ¡No te rías animal! — dije sin voltear al frente. No estaba sabia a la velocidad que íbamos, pero seguramente era merecedor de una multa. ¡Parecía un loco! — ¡Ya para!

— Ya casi llegamos muñeca, espera. — dijo sin dejar de reír, no sabia como había aceptado sinceramente. Pasaron unos cinco minutos más, y paro, no quería soltarme, hasta que empecé a sentir un olor... era una colonia... ¡Qué asco! Era su cuello.
Me solté de un golpe, y no pude evitar sonrojarme.

— Lo siento. — dije mirando hacia el suelo, él seguía con su estúpida sonrisa burlona.

— Mi cuello es tuyo. — dijo guiñándome el ojo y ayudándome a bajar de la motocicleta.

Estábamos en una pizzería, muy bonita, nunca había venido aquí, pues era de las personas que se quedaban en la casa. El me abrió la puerta y le sonreí, no pretendía ser muy amable. Adentro del lugar habían guirnaldas de luces adornando sus paredes blancas, había una chimenea al centro de una de las paredes, y estaba la cocina con un vidrio, así podríamos ver lo que el chef estaba haciendo. Estaba muy vacío, pues era muy tarde. Nos fuimos a sentar a una mesa cerca de la chimenea, y inmediatamente llego una mesera, Derek ordenó algo, no me puse mucha atención, pues estaba viendo el menú. Cuando estaba a punto de ordenar, la mesera se fue. Y Derek me dijo que había ordenado por los dos.

— Así que Cassie... ¿Tienes novio? — solté una carcajada, este chico no tenía filtro alguno.

— Supongo que no es de tu incumbencia. — dije sonriendo, mirándolo a los ojos.

— Todo lo que tenga que ver contigo es de mi incumbencia. — dijo, ti solté otra carcajada, este chico divertido, pero es muy extraño, pues nos acabamos de conocer... ¿Por qué actúa así?

— Así que cuéntame Derek, ¿por qué te transfirieron? — decidí ignorar su comentario.

— No fue nada importante, mi mama quería irse de la cuidad, y pues paramos aquí. — dijo encogiéndose de hombros, pero note algo de nostalgia en su mirada. Llego la mesera con una pizza, pasamos toda la noche hablando y riendo, no sabía que el orangután podía pensar. Fue una noche muy divertida, la comida estaba deliciosa. Cuando terminamos de comer me paso dejando a mi casa.

— Gracias por la cena Derek. — dije sonriendo y sacando las llaves de mi apartamento.

— No hay de qué muñeca, cuando quieras. — dijo mientras empezaba abrir la chapa.

— ¿Quieres pasar? — abrí la puerta mientras lo decía.

— ¿Y tus padres? ¿No están es casa? — me dijo muy interesado, me pareció algo extraño pero lo deje pasar. 

— No vivo con mis padres. — dije entrando y el entro después de mi. — ¿Quieres tomar algo?

— No tomo muñeca, lo deje hace un año. — dijo acercándose a mi.

— ¿Y eso por qué? — dije levantando mi ceja.

— Hay muchas cosas que no sabes de mi, pero me gustaría que las descubrieras. — dijo agarrándole la barbilla. Se me quedó viendo, como que si iba a decir algo, pero se quedó callado. — Bueno, me voy, adiós bonita. — me dio un beso en la mejilla, muy cerca de mi boca y salió de mi casa.

A la mañana siguiente, muy temprano empezaron a tocar mi puerta de una manera desesperada, solté un gruñido y abrí la puerta.

— ¿Qué? — dije con un mal humor notorio, odiaba que me despertaran.

— ¡Pensaba que no estabas viva! Me has dado un susto de mi vida. — Miller ya llego. Tire la puerta hacia su cara, pero el puso el pie para evitar que se cerrará. — No te atrevas a cerrarme Cass, mi mama me hablo y me tuve que ir temprano. — y ahí explote, odiaba las mentiras, era lo que más odiaba en el mundo. Tire la puerta para que me vea.

— ¿Y tú mamá se llama Jessica, Ethan? Te vi, no trates de mentirme. Estabas babeando tras su culo, como perro faldero, y fíjate que no estaba tan enojada, pero sabes que odio las mentiras. — dije mirándolo con despecho. El se quedó en silencio, pasamos cinco minutos viéndonos y cambió su cara, era una cara de perro regañado.

— Traje comida. — dijo en un susurro y sacó una bolsa de McDonalds que tenía escondida. No pude aguantar la sonrisa, era un auténtico idiota.

— Pasa. — dije quitándome del marco.

— ¿Quién te trajo ayer? — dijo poniendo la bolsa en el comedor. Agarrando un vaso con agua. 

— Derek. — empecé a ver la bolsa, y estaba mi desayuno favorito, sí que me conocía. Ethan escupió su agua.

— ¡¿Derek?! ¡¿Cómo que Derek?! — sus ojos casi se salen de la órbita.

— Es muy buena persona, su actitud al principio fue algo idiota, pero me cae muy bien. — dije sonriendo recordando todo lo de ayer.

— Ten cuidado Cass, los chicos como el no soy buenos. — dijo mirándome como advirtiéndome. — Yo conozco a los tipos como él, son malos Cass, no te enamores de él, por favor.

¿Cuidado con Derek? No tendría por qué tener cuidado, nunca pudiera enamorarme de él. 

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Gracias por leer, perdón por haberme perdido, pero volví con muchas ganas de escribir. En multimedia Jessica.

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⏰ Última actualización: May 05, 2020 ⏰

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