Los Angeles

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El teléfono de Milo empezó a sonar.

Después de que me dejo en su apartamento con una bolsa llena de comida solo para mí, estaba en su habitación cuando escuche el primer ring del teléfono, él se había ido hace horas y yo estaba acostada en su cama mirando el techo. Levante mi cabeza ante el sonido, debatiendo si ir a contestar o que fuera directo a mensaje de voz. Después de unos minutos dejo de sonar, así que me acomode de nuevo en la cama escuchando "Friends" de fondo. El teléfono sonó varias veces seguidas, ¿acaso el que está llamando no se da cuenta que no hay nadie? Debido a que no paraba de sonar, me tuve que parar responder, no sin antes buscar un pañuelo y ponerlo en el en la parte donde hablo para que no reconozcan mi voz. Una voz ronca familiar hablo del otro lado del teléfono.

-¿Hola? –Dijo la voz ronca. Enseguida supe quién era el que estaba hablando.

-¿Milo? ¿Qué diablos? ¿Por qué marcaste a tu teléfono en vez del mío?

-Marque pero está apagado. Solo quería saber si no te hacía falta nada y que si estabas cómoda, no regresare hasta el viernes por asuntos del club, ya sabes.

-Pues estaba muy cómoda en tu cama cuando llamaste una y otra vez. –Le dije sarcásticamente. –Pero estoy bien Wots, estoy bien instalada en tu habitación y tengo comida suficiente para el viernes, no te preocupes por mí. Por cierto, necesitas comprar despensa chico, no tienes nada que no esté caducado en ese refrigerador.

Milo rió en voz baja, al fondo se escuchaban unas personas hablando y riendo. –Lo se J, regresando haré despensa, lo prometo. Me alegro de que estés bien instalada pero quería decirte que cierres bien el departamento, revises las ventas y las puertas y pongas seguro en todo, ahorita las cosas no están bien para el club. Cuídate mucho, cualquier cosa, como sabes perfectamente manejar una pistola, en mi armario hay un compartimiento secreto en la parte baja de la pared derecha encontraras una, tenla a tu alcance. ¿Lo tienes?

-Lo tengo. -Le respondí mientras hacia todo lo que me había pedido. -Estaré bien Wots, cualquier cosa te llamo. Ten al alcance tu celular. 

Finalice la llamada y regrese a la cómoda cama de Milo. Acostada, viendo el techo, recordé algunas cosas. Todo lo que ha pasado en estos últimos años han sido cosas fuertes para la familia, el haberme ido por unos meses espero que valiera la pena para mi familia. Por lo poco que vi hoy, las cosas han cambiado en la ciudad y las personas también. Eso apesta. 

Apesta del todo.

Algunas personas piensan que de tantas tragedias que llegaron a mi vida, me volví loca y que por eso me fui al internado. Otras piensan que estaba embarazada y que me fui para que nadie lo supiera. Hay otras que incluso pensaban que estaba tan mal que trate de suicidarme y por la pena, por eso me fui de aquí. Simplemente las personas no saben cuando cerrar la boca o cuando parar de decir tantas estupideces. 

En Los Ángeles es así.

Las personas se creen superiores de todo solo por tener dinero o estar en una buena familia acomodada y tratan mal a los que son inferiores a ellos, como si fueran escoria. Andan en las calles presumiendo lo que tienen, joyas, celulares caros, bolsos y marcas de zapatos. Yo nací en una familia con buen estado socio económico, pero sin embargo no me ven presumiendo lo que tengo ni se lo restriego a los que menos tienen. Al contrario de los otros, mi familia es muy reservada en ese caso. Y ahora que regrese, veo que muchos conocidos ahora se creen superiores y presumen TODO lo que poseen.

Tendré que adaptarme a la nueva sociedad de Los Ángeles.

A ver como me va.

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