Skate, mi pasión.

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No tenía ganas de quedarse en casa, a si que buscó a alguien para salir. Todos ponían escusas, que si tenía que estudiar, si se va a su pueblo o a la playa... Todos menos uno. Para qué engañarse, nunca había quedado con Julio. Es decir, si había quedado con él, se llevaba bien, y le parecia buena gente, pero nunca se echaban mucha cuenta. Pero bueno, ya había hablado con él, a las 5:30 se verían. Aún eran las 4, no sabía que hacer para pasar el rato, a si que se puso a escuchar música y pensar en tonterías.

Miró el reloj. Las 5:15. ¿Las 5:15? ¿Cómo podía haber pasado tan rápido el tiempo? ¿Se había quedado dormida? No tenía tiempo de pensar en ello, tenía que vestirse todabía. Abrió el armario, ¿qué se pondría? El tiempo estaba muy tonto, lo mismo llovía que hacía calor.. Bah, no podía preocuparse por eso ahora, cogió una de sus camisetas favoritas, ancha, negra, unos pitillos rojos y sus Supra azules y negras. Se metió las llaves en el bolsillo, se puso su gorra de Vans hacia atrás, cogió su skate y bajó las escaleras a toda velocidad. Miró el reloj, las 5:25. Iba tarde. Se montó en el skate y empezó a patinar tan rápido que casi no se le podía ver.

Tras mucho correr, llegó al lugar dónde había quedado con Julio. No estaba. ¿Y si se había arrepentido y no se presentaba? No le dió tiempo a pensar mucho más, porque una voz conocida le interrumpió.

-Perdón, he llegado tarde, ¿llevas mucho tiempo esperando? -Dijo Julio, recogiendo su skate.

+Que va, yo también acabo de llegar, ¿haces skate? No lo sabía.

El chaval asintió. Se dieron dos besos, y ambos quedaron en silencio, hasta que Julio lo rompió.

-¿Dónde vamos, Angela?

+No me llames así. Mi nombre es Angy. Ven, te voy a enseñar un sitio genial para patinar.

La chica cogió su skate y empezó a patinar. Julio se quedó atrás observando su largo pelo castaño, hasta que reaccionó y empezó a seguirla. Angy le llevaba una gran ventaja, que poco a poco, Julio fue consumiendo. Llegaron a un skatepark, que por lo que Angy contó, no iba nadie, ya que habían hecho otro nuevo, y por lo tanto, mejor. Entre risas y bromas, se les pasó la tarde volando.

-Julio, dentro de un rato me voy.

+¿Cuánto se tarda de aquí a tu casa andando?-Preguntó el chico.

-Puf, tendría que salir ya.

Julio le respondió que le iba a acompañar, que se fuera ya. Angy intentó convencerlo de que no, pero le resultó imposible y acabó cediendo. Empezarón a caminar y a hablar, y Angy se dió cuenta que compartía gustos muy similares a Julio, la música, la forma de vestir y pensar... Llegaron a la casa de la chica, y por lo tanto, la hora de despedirse. Se pararon, uno en frente del otro. Julio miraba aquellos ojos marrones tan hermosos. Si, eran marrones, como el 60% de la poblacion, pero los suyos eran especiales. Brillantes. Perfectos. Hubo un silencio. No querian decir nada, tampoco hacía falta. Angy se acercó. Dos besos.

-Hasta mañana, Julio.

+Adios. -Cogió su skate y se fue.

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