1. La peor bienvenida.

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Hoy era mi primer día en mi nueva escuela. Me habían expulsado de la anterior, así que, no tenía opción. Mi madre se negaba a hablarme, y no es que importáse mucho. 
Me desperté y me vestí cómo siempre. Blusa de tirantes, jeans negros, y una sudadera, ésta vez rojo vino. Me puse mis botas negras y me arreglé un poco el cabello. Bajé las escaleras, me preparé el desayuno y salí de mi casa. Mi madre se iba a trabajar desde muy temprano, por lo que debía hacer todo por mi cuenta. 

Salí de casa y comenzé a caminar hacia mi nueva escuela, que para mi desgracia, estaba más lejos que la anterior. Mientras caminaba observaba las nuevas cosas que había. Árboles, animales, e incluso personas. Suspiré mientras pateaba una piedra que estaba en mi camino. Hacía mucho frío en Madrid, debido a que estábamos en pleno Diciembre.

Unos minutos después, me encontraba frente a las enormes puertas de mi nuevo colegio. Bachillerato molaba bastante, no podía quejarme. Entré y me dirigí a la oficina del director, quién debía entregarme mis horarios, y esas cosas. Toqué tres veces la puerta de madera, en cuánto escuche un "Pase" por parte de aquel hombre, entré. 

— Buenos días. 

— Buenos días, señorita. Tome asiento. — dijo alegre. 

Fingí una sonrisa mientras me sentaba. 

— Soy ______ Méndez. La alumna nueva...

— ¡Oh, srta. Méndez! La estaba esperando...— dijo él sacando unos papeles de su cajón. 

Hojeó con la mirada aquel bulto de páginas para después entragármelas. Agradecí y me puse de pie, dispuesta a salir.

— Señorita Méndez...

— ¿si, señor director? 

— Si necesita algo, no dude en comentarme.  

Agradecí, y ahora sí, salí de ahí. Maldije al escuchar el timbre. Me tocaba en el aula 221 en el...tercer piso, mierda. ME acomodé bien la mochila y comenzé a correr hacia las escaleras. Subí velozmente hasta el tercer piso, una vez ahí, me tomé un segundo para respirar. Ví una puerta con los números "22", así que no me molesté en revisar el número faltante. Abrí la puerta, grave error. 

No había nadie en aquella aula, a excepción de un hombre de unos 23-25 años. Aquel hombre notó mi precencia, y me analizó con la mirada. Lo miré bien. Tenía el cabello castaño, despeinado. Ojos verdosos y piel blanca. Maldije mentalmente, de nuevo. 

— Lo siento, aula equivocada.

— ¿Qué aula buscas? — dijo acercándose a mi.

— La...221. 

— Está a tres puertas de aquí...— rió— Deberías fijarte en el número, primero. — dijo burlón.

— Debería...Con permiso.

Y sin esperar respuesta, salí de aquella aula. Caminé un poco hasta llegar a la correcta, abrí un poco la puerta. Había una señora de unos 50 años, sentada sobre el escritorio, hablando hacia los chicos, tocí llamando su atención.

— ¿Es usted ______ Méndez?— dijo al notarme, yo asentí— Oh, pase, pase...Siéntese al fondo. 

Hice una mueca y entré, caminé entre mis nuevos compañeros hacia mi asiento, al fondo del salón. A mi lado había una chica bastante normal, cabello castaño claro, ojos miel y piel morena, era guapa. Del otro lado tenía a un chico. Cabello negro, ojos azules y piel pálida. Ambos me miraron con una sonrisa, se acercaron un poco jalándose con sus sillas, acortando la distancia. 

— Hola. Soy Alex.— dijo el pelinegro. 

— Yo soy Mariana.— añadió la morena. 

— _______. — dije con simpleza. 

Sr. Doblas // Rubius & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora