01.

655 29 7
                                    

El agradable clima de primavera en la ciudad da pie a que los pequeños infantes salgan de sus casas a jugar solos o con amigos.

—¡Onii-Chan!

Los lloriqueos y gritos de una niña castaña llamaron la atención de otros dos niños un poco más altos que está.

—¿Qué tienes?

En cuanto se detuvo abrazó al niño de cabello castaño y ojos oliva que con preocupación la recibió.

—¿Qué te pasó?

Los jadeos de la pequeña hicieron que los otros dos la vieran interrogante, hasta que observaron cerca de los columpios donde ella jugaba hace unos minutos a un grupo de niños mayores, solos llegaron a sus propias y rápidas conclusiones.

—¿Te hicieron algo?

Pregunto el castaño en un tono relajado.

—Deberías ir a ver, Makoto.

Sugirió el otro de cabello oscuro y ojos claros como el océano.

—Eso haré.

Vio con seriedad en esa dirección.

—Espera aquí, iré a hablar con ellos, ¿Si?

La forma tan calmada y dulce en que se dirigía a su hermana menor era tan típico de él. La niña de nombre Mareli asintió aún sollozando dejando ir al mayor.

—Tu hermano no podrá sólo.

Escuchó decir a su amigo de ojos azules en un tono neutro.

—Onii-Chan puede.

—Vaya que le das esperanzas —Negó con la cabeza dirigiendole una rápida mirada a la de ojos café—. No te muevas de aquí niña, iré con él.

Quizá él no le hablaba con el mismo tono amigable o con una sonrisa como su hermano, pero igual ayudaba.

Sentada en la banca desgastada del parque observó como los otros empujaban y gritaban a los dos que la cuidaban regularmente, hubo momentos en que se asustó y pensó en ir corriendo a casa con su mamá para avisarle, pero ellos le dijeron que no se moviera por los posibles peligros que podría afrontar.

—Debimos decirle a mamá.

—Ellos se hubieran ido.

—Casi nos pegan, Haru-Chan.

—¿Golpes?

Asustada por cómo hablaban ellos se aferro al brazo del de ojos verdes.

—Pero no pasó nada, tranquila.

El dulce consuelo encontrado en los cálidos brazos de Makoto siempre será de las cosas que Mareli más adore en su vida. Por supuesto que la escena empalagosa inundó la visión del Nanase que sólo los juzgaba, sin duda ellos se parecían en ese aspecto adorable.

Amigos de infancia, eso es lo que se volvieron tan pronto como Makoto fue auxiliado por el pequeño de ojos celestes en el parque de juegos y poco después se unió al grupo la hermana menor del tierno Tachibana mayor, todo por curiosidad de saber con quien jugaba tanto su hermano.

La tarde al lado de un río fue el primer paso en donde Haruka aceptó a Mareli como amiga, después de todo ella era como Makoto a excepción de que poseía un poco más de carácter, era eso o era una niña caprichosa. Ser vecinos influyo en su comunicación y juegos bajo vigilancia de sus padres, claro que con el paso de los días está fue disminuyendo al punto en que los soltaban en la casa de la otra familia, demasiada confianza.

—Onii-Chan.

—¿Si?

—Mamá dice que bajen a comer.

Avisó asomándose por la puerta captando la atención de los dos niños que enseguida la alcanzaron, Makoto tomó una mano de ella en cuanto se acercaron a las escaleras, quería prevenir cualquier accidente al igual que Haruka pues su mano sujetando a la castaña no se hizo esperar. Ambos ayudaron a la menor a bajar los escalones, uno a uno con gran paciencia a causa de sus pies tambaleantes.

La mayoría de la semana pasaban tiempo juntos los tres, ya sea en el parque o en la casa Tachibana y no era inconveniente para ninguna familia, solo aceptaban con ternura la amistad entre sus hijos.

—Haruka-Kun.

La mujer de amable semblante captó la atención del pequeño, que sólo volteo a verla en silencio con atención justo antes de tocar el plato.

—Come bien.

Entrar a la casa de los vecinos era como ingresar al mundo de las sonrisas y la calidez, con tan solo poner un pie dentro del hogar se respiraba un aire amigable, quizá por esa razón la madre de Haru les dio un voto de confianza, permitiendo que su único hijo visitará tanto como deseara aquel lugar.

Antes del atardecer el de ojos azules ya se encontraba en casa sano y salvo, siendo acompañado por la madre de los dos castaños y por supuesto que este par de hermanos también se colgaban de su progenitora.

—Gracias por traerlo, Tachibana-San.

—Oh no es nada, puede venir tanto como quiera.

—Se lo agradezco —La pelinegra tomó la mano de su hijo con suavidad al igual se miraba a los hermanos—, dile "adiós" a Makoto-Kun y Mareli-Chan.

—Adiós.

Dijo en apenas un tono lo suficientemente alto para que los tres escucharán su mensaje, obteniendo sólo gestos amables de ellos.

Si hay algo en el mundo que alegro la infancia de Haruka fue sin duda conocer a Makoto y Mareli Tachibana, jamás llegó a imaginar que su vida estaría fuertemente enlazada a alguien desde pequeños.

Mi Delfín.(HaruXlectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora