La gente me mira y dice que soy estricta (quisquillosa) y madura. Son las dos palabras que primero se les pasa por la cabeza cuando me ven y apenas me conocen. Y sí, las dos son ciertas, pero no del modo en el que todos suponen.
Siendo estricta era como mi caparazón se mostraba hacia el exterior para que gente no deseada no consiguiera entrar y dañarme. Sí, durante un largo tiempo me funcionó y aunque no fue la mejor forma de afrontar las cosas aún ahora le agradezco que no permitiera que me rompiera más de lo que ya estaba. Y sí, madura.
Sé que cualquiera que me escuchara me tacharía de prepotente, pero no se debería juzgar tan fácil si no se conoce lo que hay detrás. Me hice madura a mí misma como único medio de seguir a flote. Y pese a que me sirve para afrontar cosas más académicas y problemáticas mejor de lo que otros harían, la mayoría del tiempo hubiera hecho lo que fuera para borrar para siempre esa característica de mi ser. No me puedo creer que las dos personas en todo el mundo que más deberían de haber velado por mí sean aquellas que más daño me hicieron, más difícil me lo pusieron y fueron aquellos que crearon a la gran desconfiada que soy hoy. Cualquiera diría que tener las cosas claras, tener claros todos los líos que nos rodean y al mismo tiempo pensar con esa madurez antes mencionada ayudan a solucionar los problemas de uno mismo; pero eso es un gran engaño.
¿De qué te sirve ver las cosas si el resto del mundo no coopera para solucionarlo? Es que como todos buenos seres humanos vivimos en sociedad y yo no me diferencio en nada del resto de mi especie. Por muchas oportunidades que he dado para que aquellos a los que amo dejen de hacerse daño a ellos mismos, a otros y a mí en el proceso, parece no ser suficiente para ellos. Porque pese a haberse equivocado muy mal un centenar de veces, siguen cometiendo felices los mismos errores esperando ansiosos ver aparecer la dulce sangre emanando de heridas que deberían estar ya cerradas.
¿Cómo se les puede abrir los ojos a aquellos que disfrutan siendo ciegos? ¿Cómo evitar que se dañen con sus propias uñas clavándoselas en los costados? O mejor, ¿cómo evitar que me dañen a mi cuando no puedo evitar estar en el medio porque ambos me importan? Lo siento por no tener la respuestas a complicados enredos de la mente, a los que ni siquiera expertos estoy segura me podrían responder. Lo siento por no ser de esas masoquistas que esperan a que le claven el mismo puñal una y mil veces. Me cabrea y me molesta demasiado para quedarme callada sumisamente, pero cuando hablo no sirve de nada porque no soy yo la que necesita despertar de una vez de la pesadilla en la que vive. Pero bueno, supongo que hasta que otros se dignen a hacerlo, viviré girando alegremente en la espiral de mi vida.
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Divagaciones de una inexperta
RandomPorque no todo es siempre fácil y un trozo de papel siempre ayuda para desahogarse, bien sea leyéndolo o versando los pensamientos en él. Aquí escribo pequeñas cosas que de vez en cuando pasan por mi cabeza y gritan para poder salir de alguna manera...