Divagaciones de una inexperta

El tiempo pasa... y al final todo

Las piezas son grandes y pequeñas, de muchos tamaños diferentes. Hay tantas que se confunden entre sí y lo dejan todo desordenado a su paso. Algunas piensas que jamás llegarán a juntarse y otras se acoplan entre sí como si hubieran estado destinadas la una a la otra. Es raro ver tu vida hace apenas un año atrás. No todo es bueno ahora, y nunca lo será completamente, pero sí que es muy diferente. La gente cambia a medida que va viviendo, no mientras se queda atascada en el sofá de su casa mirando una pantalla de cristal que solo deja ver lo que otros están haciendo en sus frágiles vidas de papel.

Soy, o era en todo caso, de ese tipo de personas que cogía un libro entre sus manos y eso era todo su mundo. Que ansiaba el momento del día en el que ya no tenía que hacer nada y así podía quedarse hasta la madrugada leyendo, devorando las páginas una tras otra. Jamás me arrepentiré de ser una lectora "compulsiva" como mis amigas me decían, de hecho sigo siéndolo con mucho orgullo, pero de todas formas ya no es lo mismo. Antes un libro, aparte de ser mi gran pasión, era mi escudo para no enfrentar la realidad. Me consolaba con leer y ver lo que a otros les ocurría mientras yo me quedaba sana y salva en mi casa sin sufrir daño alguno.

Si ahora alguien leyera esto lo llamaría cobardía, y estoy de acuerdo, pero por todo lo que pasé durante demasiado tiempo, me desbordó; sobretodo porque yo no era más que una niña que tuvo que crecer demasiado rápido dejando atrás muchas cosas de las que hubiera podido disfrutar. Mientras otros en mi situación o en situaciones aún mejores prefieren escudarse en el mayor vicio de la sociedad, el alcohol, yo viví completamente lúcida mi pequeño infierno personal, sin quitarle los ojos ni una sola vez a la adversidad. No es que sea algo de lo que deba sentirme orgullosa pero aunque no enfrenté las cosas, tampoco me rendí.