Son precisamente las personas que creen que enamorarse es bonito las que nunca lo han sentido.
No han sentido la punzada en el estómago de saber que no va a durar para siempre.
Ni han sentido ese mismo vértigo que sienten los suicidas antes de tirarse desde la cornisa
cuando terminan un beso, y se miran a los ojos como diciendo
"empújame ya
antes de que no pueda vivir
sin esa puta mirada".
Ignorantes. Nunca han sentido que duró más la enfermedad que el remedio. La caída que el beso.
Ni han visto los días pasar como si fuesen
uno más
sin él
uno más
sin mí.
No han mirado las hojas de los árboles en octubre rebelarse -y después caer- desde el punto de vista de
"así me siento
desde que no te veo".
Ni han viajado necesitando volver a su hogar,
porque su sitio no estaba consigo mismo.
Su hogar. Ya sabéis cuál es su hogar
-solo los que lo habéis sentido-
Pobres aquellos que desean enamorarse hasta los huesos, sin saber que cuando lo haces, ni siquiera eso te queda para agarrarte en las curvas.
Te agarras a tus rodillas en el baño
mientras lloras tu velatorio.
Te lavas la cara y sales ahí afuera
riéndote de aquellos que dicen
que tienen ganas de enamorarse.
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Esto no son poemas
Poesía"Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior" -Frida Kahlo (Recopilación de textos propios de 2015-2016)