3. XVI

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El dieciséis siempre fue un numero importante para mi, siempre pensé que cuando los cumpliera dejaría de ser la misma, que dejaría de estar sola, que todos me verían como alguien importante. 

Pero solo eran los deseos de una niña, y los deseos nunca se vuelven realidad. 

Aun sentía que mi piel ardía, pero no me arrepentía de tener un dieciséis tatuado en mi nuca. 

El problema no seria ocultarlo de mi madre, ella nunca me prestaba atención mas que para juzgarme, el problema seria que nadie lo notara en mi instituto. 

Al dia siguiente me puse a buscar formas de ocultarlo. Hasta que decidí ponerme una de esas gargantillas de moda. 

No se porque me preocupaba tanto de que notaran mi tatuaje, si nunca me notaban a mi. 

Así que decidí por un momento dejar de ser invisible para la puta escuela, me amarre el cabello tratando de hacer mas visible el tatuaje, y me fui al insti. 

Llegue al instituto como siempre, y como era obvio, nadie me noto. 

No me sorprendió, lo que me sorprendió fue encontrar una invitación a una fiesta en mi casillero. 

¿Yo en una fiesta? 

Por mas vació y típico que suene, me emocionaba que me invitaran a una fiesta, aunque hayan puesto en todos los casilleros una invitación, mi primera fiesta siempre me la imagine super glamurosa y hermosa. 

Pase todo el dia pensando en la fiesta.

Al llegar a mi casa me sorprendió el echo de que mi madre estuviera ahí. Estaba arreglando su espesa cabellera negra, supuse que saldría. 

-¡Ginebra!  Ven a subirme el vestido- Dijo gritando desde su habitación. 

-¡Agh! Voy mama- Dije quejándome

Llegue y le subí el cierre de un apretado vestido negro hasta la rodilla y de manga larga, y me retire. 

Moví el cabello demasiado tratando de hacer que notara el tatuaje, pero ni siquiera volteo a verme. 




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