No te amo

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Día en los que he pensado en ti...

Día 1: Hoy escuché un canción y me acordé de ti, pero no es porque me gustes. Si tienes la mínima sospecha de que te quiero, quiero que la elimines completamente de tu sistema. No pasará.

Día 18: Cuando salía de la escuela, te vi discutiendo con una tipa de cabello negro. Se veía triste, estaba llorando. Tú seguías gritándole cosas que, al llegar a mis oidos desde tal distancia, se distorsionaron y no logré entender. Espero que lo arreglen pronto.

Día 26: No te he visto desde hace más de una semana. Los rumores corren y no son nada favorables para ti. ¿Por qué no entras por las puertas de esta cárcel y les cierras la boca a todos? En especial a la tipa de pelo negro, que se pasea campante por las instalaciones, moviendo las caderas de forma morbosa, y lanzando comentarios de mal gusto sobre ti. Le golpearía la cara, pero soy invisible, y muy cobarde.

Día 30: Al fin apareciste, pero el aura brillante que tenías, fue reemplazada por una gris y tu rostro ya no es solo risas, ahora es una expresión permanente de tristeza y malestar. La chica pelinegra no te dirige la mirada ¿Es por ella que estás así?

Día 39: Hubo un cambio de lugares en clase de Historia: ahora te sientas a mi lado. Cuando tomaste asiento, ni me miraste. Desde esta distancia puedo ver perfectamente como emana la tristeza de tus ojos azules... Se ven aún más claros cuando lloras.

Día 46: Gracias a Dios, hoy sonreiste. Me hubiera gustado ser quién provocó ese gesto que creía perdido, pero fue otra persona quién lo hizo. Por lo menos no fue la chica de pelo negro, si hubiera sido ella, no contenería el golpe en toda la boca por idiota. Fue el profesor con una broma sobre alguna guerra. Sentarme junto a ti en una clase que amo es bastante malo, porque no sé a quién ponerle atención. Pero no te creas tanto, yo no te amo. Día 53: Si no me hubieras hablado hoy, estaría en problemas. ¿Quién diría que tener un torpedo escrito en la mano era tan obvio? Gracias a que me avisaste que el profesor venía hacia mi, yo tuve tiempo de borrarlo. No me juzgues, es tu culpa de todos modos que yo no haya podido poner atención en clases. Luego de terminar el examen, te miré para agradecerte, pero sólo sonreiste y negaste con lacabeza: No es necesario, creí entender.

Día 54: Que me saludaras fue algo que no pude adelantar, y tampoco que iniciaras una conversación conmigo. No sabía que eras tan parlanchín. Hoy obtuve bastante información sobre ti, también un poco de burlas por no saber hacer trampa, pero doy gracias por lograr ver tus ojos mirando en mi dirección, y no solo hacia el profesor. Pero, repito, no te amo.

Día 67: Hoy me dijiste que somos amigos. Mi corazón salta de felicidad al saber que soy una persona importante para ti. Desde que me ayudaste con el profesor de historia, hablamos cada día que tenemos historia. Me contaste sobre tu familia, tu madre y tu padre, que eres hijo único. Me contaste sobre la música que te gusta, que es un poco rara y que debería darle una oportunidad. También sobre como odiabas historia, y que me copiabas en las actividades mientras yo no prestaba atención. Pero hay cosas que no sé aún, por ejemplo, el por qué tus ojos son mas claros cada día. Pero no te voy a presionar.

Día 68: La chica de cabello negro llegó y se puso en frente tuyo. No quise intervenir, pero ya te estás demorando mucho, y la clase está a punto de empezar ¿Dónde estás?.

Día 74: Llegaste con una sonrisa, como todos los días, y tomaste asiento a mi lado. El enojo me consumía y no te dirigí la mirada. Tu me picabas con el dedo, como un niño pequeño, para que te prestara atención. Yo exploté. Te grité. De todas formas ¿Por qué tenía que decirle al profesor que estabas enfermo para que tu pudieras irte con esa tipa? No me lo pediste, porque nunca regresaste, pero somos amigos y no podía dejar que te regañaran. Cuando terminé de gritarte, sonó en timbre y salí corriendo. Ya te lo dije: soy cobarde.

Día 75: No fuí a la escuela hoy. Tengo miedo de que me odies. No acostumbro gritarle a la gente, y la culpa me está matando. ¿Por qué tengo esta espina clavada en mi corazón? No es como si me gustaras de todos modos.

Día 81: No te puedo dirigir la mirada. Lo siento, pero tus ojos aún más azules que ayer, me recuerdan al color que tenían mientras te gritaba. Te evité Lunes, Martes, Miércoles... Hoy que es Jueves, tengo la obligación de sentarme junto a ti. Siento tus ojos quemarme la mejilla, ¿Por qué no le dices a la pelinegra que te escuche, si tanto quieres hablar? Al final de la clase te paraste y saliste del aula. Al fin pude respirar. O eso creí, porque me esperaste afuera, al lado de la puerta. Casi me voy de espaldas. Tus ojos se habían oscurecido, yo esperaba lo peor: que me sacaras de tu vida. Pero no lo hiciste. De hecho, me contaste todo lo que pasó con esa chica. Yo no sabía que era tu novia desde hace varios años, y tampoco que te había sido infiel. Te pedí perdón y tu a ami. Te abrazé. Te entregué mi corazón en ese momento, tal y como se supone que debería habertelo dado hace mucho tiempo. Luego de eso, me miraste fijamente, y me dijiste que ella no significaba nada para ti ahora. Te dije que no te creía. Me dijiste que me lo ibas a demostrar. Lo último que recuerdo son unos ojos azules desapareciendo bajo unos párpados, y unos labios posandose en los míos.

Día 82: No supe como mirarte. Me daba mucha vergüenza que notaras mis mejillas completamente rojas. También tenía miedo de que fingieras que el día de ayer no existía. Cuando te sentaste a mi lado, sentí que mi corazón se detenía por el terror. La chica de pelo negro apareció en frente de nosotros. Te sonrió, y me estremecí. De cualquier forma la preferirá a ella. Miré al suelo. No quería presenciar que te fueras con ella... No ahora que podía admitir que te amo. Te paraste. Sentí como caminabas y cada paso que dabas, iba de a poco destrozandome por dentro. Pensé lo peor. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no te fuiste con ella antes de enamorarme de ti?. Sinceramente nunca creí que te pararías a tirarle agua en la cara a la pelinegra, tampoco creí que le gritarías que la odiabas y que era una maldita prostituta. Mucho menos creí que me tomarías del brazo, me arrastrarías a donde estaba ella y le gritarías que ahora yo era el amor de tu vida. Simplemente no pude aguantar las lágrimas, y al parecer tu tampoco, porque nunca antes había visto esos ojos azules tan claros como hoy... Se parecían al cielo.

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