Capitulo Único.

838 85 50
                                    

Una brillante capa blanca de nieve cubría los alrededores como cada día del año, como una manta blanca y recién lavada. El clima frío de aquél lugar no variaba, siempre pasaría más allá de los -45 °C, congelando narices y cualquier ser que no se encontrase apto para tan extrema temperatura. El lugar solía ser tranquilo, aislado y absolutamente pacifico, sin embargo, como en todo lugar siempre habría días diferentes, plagados de molestia y fatalidad. El polo norte inevitablemente se encontraba pasando por un día como esos.

—Maldición, Norte. Entiéndeme, ¡No pienso volver a ese lugar! No insistas.

El taller de Santa Claus se encontraba pasando por una inestable condición, ya que cierto guardián se encontraba a segundos de congelar todo e irse volando como solía hacer cada que este tema se abordaba.

—Jack, es tú obligación.

—¡No voy a volver, Norte! No vas a obligarme.

El guardián de la navidad suspiro pesadamente, pasando una mano por su rostro cansado. Entendía la perfección la situación del más joven de los guardianes, entendía la razón de su comportamiento inapropiado y en serio continuaba sintiéndose mal por todo aquello, triste e impotente al no poder hacer nada para ayudar a su amigo.

—Hace 5 años que no vas, Jack. Los pueblerinos ya han empezado a preguntarse porque el invierno no los visita a ellos y a los otros reinos si.

—No me interesa, Norte.

Norte golpeó fuertemente su escritorio con sus puños, sobresaltando al espíritu del invierno. Ya comenzaba a hartarse con el comportamiento despreocupado de Jack. Entendía lo que estaba pasando o intentaba hacerlo, pero el chico simplemente no podía continuar evitando sus responsabilidades y obligaciones por un suceso de hace ya 5 años.  No podía continuar saltándose el trabajo y no recibir una sanción después. Al principio había intentado ponerse en sus zapatos, lo había comprendido, escuchado y apoyado como un padre, había aceptado que Jack merecía tal amonestación, pero después de 5 años ya comenzaba a considerar que el guardián se estaba aprovechando, aunque no creía en verdad que así fuera. 

—¡Ya han pasado 5 años, Jack! ¡5 años en que te has salvado de cumplir tus obligaciones con ese reino! ¡Ya no puedo permitir que lo continúes haciendo! Ya no vas a seguir burlándote de mi.

—Nunca me he burlado, Norte. Simplemente no... No puedo hacerlo. No quiero regresar.

Una mirada de profunda tristeza se encontró con la mirada de Norte y a éste se le rompió el corazón.

—Yo sé, Jack. Sé que es complicado, pero no puedes continuar faltando a tu juramento, hombre de la luna no lo permitirá y lo sabes.

El mayor de los guardianes se acercó a Jack con cuidado y lo estrechó en un abrazo. El espíritu del invierno no correspondió tal muestra de afecto, sencillamente ya no podía abrazar a alguien por la misma razón una y otra vez. Se alejó de Norte con cuidado y salió disparado por la ventana, sin dirigir siquiera una mirada al hombre de cabello y barba blanca.

La ira se filtraba nuevamente en su mente y corazón, como una niebla blanca que ocultaba la parte racional de su cerebro. Voló hasta encontrarse a uno 100 kilómetros de distancia del taller de Norte y cegado por la rabia se dejo caer al suelo. Golpeó con ferocidad la nieve bajo sus pies con la punta de su cayado, levantando una ventisca estoica que arrasó de ahí hasta mas allá de lo 200 kilómetros. Lanzó el bastón con brusquedad al suelo y se dejó caer junto a él de rodillas, chocó sus puños múltiples veces contra la superficie cubierta de la blanquecina nieve por lo que no logró provocarse el daño que deseaba. Cerró sus ojos fuertemente y se permitió caer completamente, observó la luna de la media tarde y evito derrumbarse como ya había echo antes. Suspiró profundamente y se levantó del suelo, observando la destrucción de su inestable episodio. Tomó el bastón entre sus manos y alzo vuelo, sin dirigirse a un rumbo fijo.

Memorias del Corazón (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora