No me lo puedo creer, por alguna razón siento como su sonrisa va dirigida hacia mi. Es como si quisiera burlarse de mi. Podía ver su clara mueca arrogante, pero ¿por qué me veía? Me aterrorizaba ver esos hipnotizables ojos azules mirándome. Sin que yo pueda controlarlo, le sigo su mirada. ¿Por qué no simplemente me apartaba de sus ojos?
Rápidamente me encuentro conmigo misma y reacciono. Aparto la mirada, no sin antes sentir cómo mi cara se encendía, haciéndome casi torcer mi cuello como la de "El exorcista" . Ese definidamente era un descarado de primera, ¿cómo se atrevía a mirarme de aquella forma? Además tenía que admitir que no era para nada un caballero. ¡Por favor! Era un maldito stripper—inevitablemente sexy—pero lo que tenía de apuesto, lo tenía de arrogante, presumido y grosero.
¡Ja! Que pérdida de tiempo.
—¡Ey, Sam!—escucho en mi oído a un Heather bastante tomada, al parecer. Volteo por instinto y veo que desgraciadamente SÍ estaba tomada, demasiado. Ay no, ella era literalmente insoportable cuando estaba ebria. Empezaba a decir incoherencias en mi cara, también a reír por cosas ridículas. Y si quizás debía añadir, cuando intentaba llevarla a algún lugar alejado de ahí, o por lo menos sacarla de aquél bullicio, empezaba a decir "Hijo'puta" a cualquiera que se cruzara con ella.
Sí, definitivamente no quería lidiar con ella ebria.
—¡Ay por favor, Heather!—grito por encima del volumen alto de la música—. No puedo creer a estos pocos minutos ya estés así. ¡Ya vámonos!—exclamo de nuevo, para después tratar de agarrarla del brazo, pero ella al notar que apenas estoy acercando mi brazo, me lo aparta con brusquedad.
—¡NO!—grita—. No me quiero ir—me contradice con voz ebria. Hace un movimiento raro, el cual supongo que ella le llama baile, y le da un gran trago al vaso de whisky que se encuentra en su otra mano. No puedo creerlo, en verdad. ¿Cómo es que ella podía estar así en plena despedida de soltera?
—¡¿Cuántos te has bebido?!—le pregunto con resignación—. ¡Heather!
Empieza según a ella a contar con sus dedos, puedo ver como levanta los cinco de su mano libre pero después intenta levantar los otros cinco, el vaso que se encontraba en aquella mano irresponsable, se cae el piso, rompiéndose en pedazos. Heather y yo nos exaltamos de manera ridícula. Ella empieza a reír, mientras yo le empiezo a soltar un sermón de qué hubiera pasado si se hubiera cortado, al cual no hace ni el más mínimo caso.
Después de hora y media, me encuentro fuera del club nocturno. Retorciéndome con el frío nocturno de Londres, esperando a que llegara el taxi que con suerte había logrado alcanzado a pedir. Veía algunas personas entrando felizmente, mientras yo estaba aquí, parada y congelándome viva. Ahora era donde me arrepentía de haber dejado que Heather me recogiera.
Ah, por cierto. Hablando de esa borracha.
Después de que hubiera tirado el vaso, le estuve insistiendo quizás unos quince minutos, los cuales obviamente fueron en vano. Enseguida, había tratado de llamar a alguien que me ayudara con esa loca, pero la verdad nadie me contestaba. Y recuerdo que tan sólo había apartado mi mirada y cuando traté de decirle a Heather, la muy descarada había desaparecido. La busqué, literalmente, durante unos cuarenta minutos. Me había paseado por todo el club, por los cuatro pisos e incluso salí un momento. Pero no la encontré.
Ahí ya había pasado casi una hora, y después no tuve de otra y me adentré de nuevo en el club. Por suerte, encontré una compañera de Heather, Sasha, la cual me aseguró que cuidaría de ella. Aunque todavía no estaba muy confiada, además, ¿cómo podría cuidarla si es que ni siquiera estaba ahí? Me debatí conmigo unos minutos, pero accedí. En todo eso, fueron quizás unos diez minutos.
Y al final, bueno, llamé a un sitio de taxis que estaba cerca de mi departamento. Creo que esa fue una experiencia...horrible. Le estuve gritando a la encargada un buen rato, pero a pesar de eso, me consiguió un taxi.
Y así era cómo me encontraba aquí, gracias a mi queridísima amiga Heather.
Debía admitir que me sentía mal por haberla dejado ahí, pero yo tenía otras cosas que hacer. entre esas cosas no estaba incluida cuidar de ella ebria. Y si no mal recuerdo, le había dicho que no me quedaría tanto tiempo, porque tenía de ver algunos de los diseños de mi vestido de novia. Y...
¡Ay Dios! ¡Soy un asco, sólo estoy inventado excusas!
La dejé probablemente porque mi subconsciente actuó, con tal de no tener que ver a ese insoportable stripper. Argh, ahora sólo pensaba en mí, y no en los demás. Seguro que Heather me matará mañana por haberla dejado, o quizás no. Quizás ni siquiera recuerde que estuve ahí.
El taxi me deja la entrada del gran edificio.
Al llegar a mi cómodo piso, me quito los molestos tacones y camino descalza hasta mi habitación. El cansancio ahora mismo era algo que me sobraba demasiado, sentía el frío en mis pies y en realidad me hacía sentir cómoda. En mi habitación, me desvisto y me pongo mi pijama de conejitos. Ya me encargaría de bañarme mañana temprano.
Voy hacia la sala y enciendo la televisión. Me apresure sin motivo y revisé la hora en mi celular. ¡Por Dios, era la una de la mañana! ¿Cómo es que el tiempo había pasado tan malditamente rápido? Dejo mi celular a un lado de mi y dirijo mi mirada hacia un punto perdido.
Por un lado, me sentía la peor amiga del mundo. No podía dejar de pensar que cuando viera a Heather de nuevo, me mataría como cerdo con sus propias manos. Pero a pesar de todo aquello..., pensaba en ese chico de ojos cielo. O eléctrico.
Todavía seguía con esa incógnita del porque me miraba a mí solamente, y no a otra chica. Me sentí irremediablemente intimidada. Pero ignorando eso, ¿por qué YO había seguido esa batalla de miradas? ¿Por qué?
Dejo de pensar en eso, realmente no quiero arruinarme aún más. Trato de concentrarme en la televisión, donde hay una caricatura de la cual no recuerdo el nombre. De repente me siento increíblemente somnolienta y apago el aparato. Siento cómo mis párpados pesan cada vez más y finalmente me dejo llevar por el cansancio.
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El Chico Stripper
Teen FictionSamantha es una chica de 23 años que tiene una vida tranquila, sin problema alguno. Pero todo se vuelve en un caos cuando conoce a Félix, un stripper insoportablemente sexy y arrogante, pero sin que Sam se pueda dar cuenta, se enamora. Pero hay un p...