#1 El comienzo

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Me asomé por la ventana. Buscando de donde provenía aquel ruido. Había una mudanza, bajando cosas. Me moví para ver mejor la escena. Más adelante de la mudanza había un auto; un hombre ya mayor salió del vehículo. Ni siquiera le di importancia al hombre. Pero entonces, se abrió la puerta del copiloto. Se asomó una larga cabellera negra, lacia y rebelde. La chica bajo del auto. Era jodidamente bajita. Sus piernas, demasiado cortas, llevaban unos jeans desgastados, unos tennis sucios y una sudadera demasiado holgada. Mire su rostro, enormes ojos marrones, y unas obscuras ojeras los adornaban, pestañas largas y caídas que se sacudían cada vez que parpadeaba, labios finos, rasgos delicados y una pequeña naricilla, no llevaba ni una sola gota de maquillaje; se veía a leguas que le importaba muy poco su apariencia, daba un poco de miedo, emitía un aspecto rudo y frío, que era contradecido con su baja estatura. La chica suspiró hondo y se quitó los audífonos. Entró en la casa y la perdí de vista.
A mi siempre me habían gustado las niñas altas, con el cabello rizado, de buen físico y con un perfecto maquillaje, delicadas y finas. Pero esta chica no estaba ni cerca de serlo, se veía más bien como un chico atrapado en el cuerpo de una chica, tan poco atractiva y descuidada, vaya desastre. El solo mirarla, te hacía imaginarla en miles de escenarios con problemas, peleas, disgustos y soledad. Por lo menos eso era lo que transmitía.
Intente sacar de mi mente la chica. Después de todo, sólo es una chica. Descuidada y sin gracia alguna. Una chica más.
La observe durante tres días. El hombre mayor estaba muy poco tiempo durante las mañanas y regresaba por las noches. Mientras que ella, se la pasaba en esa casa, entraba y salía, como siempre ausente de maquillaje, estilo y gracia. Pero que chica más extraña. Me quedaba claro que ella no era como el resto de chicas que yo conocía, las demás, usaban maquillaje, vestidos cortos y tacones, tenían el cabello siempre precioso, caminaban con elegancia, femeninas en todo momento. Pero ella no. Ella no usaba maquillaje, no le importaba si le miraban las ojeras, no usaba vestidos y probablemente ni siquiera sabía caminar con un par de tacones altos, llevaba siempre el cabello atado y caminaba de una forma extraña, como si con cada paso quisiera dar ese aire de grandeza y superioridad.
La chica. ¿Como se llamará? Tiene pinta de un nombre delicado. ¿Anna? ¿Lucía? ¿Angelica? ¿Azusena? ¿Lizbeth? Su nombre. ¡¿Como rayos se llama?! Maldicion. Tengo que sacarla de mi mente a como dé lugar.
Decidí salir a caminar un momento para despejar la mente. Caminé un momento, sin saber a dónde.
Intentando dejar a un lado el impulso de saber quién era la chica, como se llama, de donde venía y que pasaba en su vida. Si. Lo sé. Sin duda, la chica se había metido en mi cabeza. De alguna forma, quería hablar con ella. Debo confesar, que en estos tres días, divague con verla de cerca, con escuchar su voz y su risa. Debo confesar, que era la chica más rara y guapa que había visto en toda mi corta y estúpida vida. Debo confesar, que era más atractiva que el resto de chicas que se pasaban por mi vida.
Entonces, ocurrió. La chica iba caminando, con toda la tranquilidad del mundo, sin mirar a los lados, con la música a todo volumen, con ese aire de superioridad y esa furia en los ojos. Caminaba, con todo ese desastre en la cabeza.
¿Te digo algo?
Me encantaba verla caminar. Con toda esa autoridad, esa mirada y la despreocupación que emitía.
Entonces, en un loco ataque de desesperación, camine hacía ella.

Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora