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─ Suéltame─ retrocedí pero aún seguía con sus manos aguantadas a mi antebrazo, no se el por qué pero siempre lo hacia─ Basta...me lastimas.

Sus ojos me miraron fijamente, pero esta vez esa llama había desaparecido ahora solo veía sus verduscos ojos esos que combinado con su sonrisa hacia que todas las chicas estuvieran a sus pies. Esa mirada llena de prepotencia y a la vez ternura que forjaban un aspecto aniñado a su rostro, cualquiera caería, cualquiera que sea ignorante.

De repente sus dedos dejan de apretar mi piel y en pocos instantes se desvanecen hasta colocarse en su regazo. Mire a mi alrededor y por alguna extraña coincidencia éramos los únicos en el lugar ¿A dónde fue toda la gente de aquí? Las que estaban pocos segundos conversando y jugando.

─ La apuesta─ dice acercándose aún más, tan cerca estaba que podía oler su aliento la cual era una combinación de menta con cigarro.

─ ¿Que paso con eso? ─ retrocedí unos centímetros─ solo fue una broma para incentivarnos a ganar, ¿no creerás que te lo dije en serio? ─ solté una risa muy sobreactuada.

¡Joder sí que estoy en un gran problema!

─ ¿Broma? Ahora que perdiste patéticamente vienes a decir excusas baratas, pues si crees que soy tonto Miller, no es así y lo sabes muy bien─ paso su lengua por sus carnosos labios rosados, por la humedad hacia que brillaran con la luz de una forma tan tentadora que me hacía perder el poco de pudor que conservaba.

─ No lo sé, no te conozco y eso fue una maldita broma...fin...me voy, chao─ en el momento que me di la espalda me sujeto del brazo jalándome hacia su cuerpo de manera que los dos quedamos completamente unidos, podía oler el fuerte detergente de su ropa opacado por su viril olor.

Agache mi rostro tratando que no notara mis ruborosas mejillas con el pretexto de zafarme, intente hacerlo, en serio, pero no pude. Tenía mucha más fuerza que yo. Una de sus manos agarró mi mentón hasta elevarlo para poder observarme, esa fue la primera vez que lo veía tan cerca. Era mucho más alto por lo que tuvo que bajar la cabeza para que nuestras miradas se unieran.

Estaba inexpresivo, solo se podía notar lo tenso que se encontraban sus músculos de la masticación. Creo que pude descifrar lo que sentía, rabia. Sí, por como su cuello se extendía dejando al descubierto las venas.

─ Te espero esta noche después del partido en los casilleros. Procura entrar cuando todos se hayan ido─ mostro una forzosa sonría─ tengo un trabajo para ti.

─ ¿Y si no quiero ir?

─ No te convendría hacerlo Miller, te lo puedo asegurar─ me apretó haciendo que mi cuerpo se pegara más al suyo─ si quieres jugar pues empecemos.

Retiró sus manos y caí indefenso de rodillas en el suelo, las lágrimas no se hicieron esperar por lo que empañaron mi visión e impidieron poder continuar caminando, quedando recostado con las rodillas entre mis brazos.

Al abrir mis ojos ya el ocaso estaba a punto de terminar, bostece y me sorprendí al ver que un seguía tirado en el suelo.

¿Cuánto tiempo había dormido?

Me levante rápidamente y empecé a correr hasta la cabaña. Al entrar encontré a Thomas desnudo con la toalla en su cuello y algunas gotas deslizándose por todo su cuerpo.

─ Demonios Thomas, ponte algo ya mismo─ dije intentando desviar la mirada hasta llegar a mi cama.

─ Nada que no hayas visto ni probado cariño─ dijo acercándose, y como si no fuera suficiente con tan solo mirarlo se montó arriba de mi cuerpo restregándome todo su miembro de mi abdomen─ desearías estar así conmigo.

Campamento GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora