2. Meseros refinados

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Dos largos días después de haber registrado a Brendon todo parecía ir normal, al parecer ya lo habían solicitado varios sujetos, pero eran... ¿terroríficos se puede decir? Ancianos europeos, más bien una especie de proxenetas que buscaban putas para sus prostíbulos que no hicieron más nada que traumatizar anticipadamente a ambos.

Habían también revisado varios perfiles por su propia cuenta, pero no hallaban nada, encontraron a varios tipos aceptables, pero, no vivían en el país o algo por el estilo, Ian creía que ese asunto era más sencillo de lo que aparentaba, pero la realidad es que era complicada la cosa en muchos aspectos.

Sólo les quedaba esperar un poco más.

«Ya habrá alguien»

Decidieron dejar ese tema a parte por el bienestar mental de Brendon, tenía la esperanza de que hubiera alguien adecuado, principalmente joven y que habitara en los Estados Unidos, lo llegó a admitir, estaba impaciente, por su cabeza pasaban pensamientos que incitaban a la negatividad, lo que más le asustaba era el hecho de que esos dos meses pasaran frente a sus ojos sin darse cuenta y nunca haber encontrado a alguien o una solución adicional por precaución y así si estar con la mierda hasta el cuello que ni Ian, Sarah, Spencer o el mismísimo Satán podrían sacarlo.

Esa mañana fue muy común...

Rutina.

Trabajaron en el Target en el turno matutino, volvieron a casa con algo de comida para que Ian cocinara mientras Brendon fingía que le ayudaba.

Vieron una película súper gay mientras comían como de costumbre, la tarde había pasado algo lenta y la aprovecharon haciendo nada.

—En serio eres un gran cocinero Ian, deberías poner un restaurante, serías el chef y yo tu socio, sería mejor que trabajar en ese restaurante de lujo como viles meseros.

—No, no somos meseros cualquieras, somos meseros con clase. —Tomó la esquina de una servilleta y se dio unos toques en la boca para limpiarse.

—Oh, tiene razón señor Crawford somos personas refinadas. —contestó Brendon con tono burlón y bebió agua tomando el vaso con el meñique levantado.

Ambos se echaron a reír.

En ese momento se escuchó en la computadora una notificación.

Sin pensarlo ambos corrieron a ver, era una llamada de Skype de Sarah, contestaron inmediatamente.

Estaban amontonados y empujándose frente a la cámara así que lo primero que escucharon fue una risa de Sarah.

—Hola chicos los extrañamos mucho. —Sonrió la castaña mientras saludaba con la mano y Spencer hacía lo mismo distraídamente a su lado con toda su atención al celular.

—¡Holaaaa! —Gritó Brendon dejando casi sordo a Ian.

—Hola, también nos hacen mucha falta. —Dijo Ian con una mano en su destrozado oído. —¿Cómo les ha ido?

—Muy bien, fantástico diría yo, tenemos muchas cosas que contarles, en cuanto al proyecto va todo perfecto y estuvimos paseando por la ciudad, tomamos fotos, les compramos recuerdos y... ¡Ay los extraño mucho!

—Qué bueno que se la estén pasando bien. —dijo Ian.

—¿Y ustedes cómo han estado? ¿Todo bien?

Brendon e Ian intercambiaron miradas y llegando a un acuerdo silencioso

—¡Sí! —Ambos contestaron al mismo tiempo.

—Eso suena sospechoso. ¿Qué es lo que pasa?

—No... no pasa nada... todo perfecto, sí.

—¿Por qué hablan así? Los conozco, ¿qué les pasa? —Sarah los miraba acusadoramente a través de la cámara.

Misery Business | BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora