Sabia y estúpida

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Gracias por jurarme sabia y sacramentarme estúpida.

Por adornarme la cabeza con corona de huesos
Por forrarme la mente de yeso
Mientras me besabas a mudas, con la mente orando en su tumba.

Gracias por la sobredosis de rojos latidores
Alucinógenos corazones.

No pretendas llamar cuando en vez de ojos encuentres pozos
Y donde se hallaba un músculo latente, una tumba rezando tu nombre sin una jodida rosa que te despida.
Sin un alma triste y arrepentida.

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