Capitulo 5. "Eternos."

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Requiem Por Sakura. 

"No deberíamos vivir tanto, sólo lo suficiente."

*Chequen al final, Aviso importante.*

Capitulo 5. 

"Eternos"

-Ya te dije que estoy bien. -mi comentario fue tan brusco y tajante que si hubiese sido una roca, definitivamente le habría partido en dos el cráneo a mi progenitora.

-Solo lo digo porque... amor, me preocupas.

-Mamá...

Resopla, sus ojos negros posándose en mi plato. Desde hace años ella no me miraba a los ojos, quizá culpa, culpa por haberme tenido.

Y no me malentiendan, mi mamá me amaba, aquello jamás lo he dudado, pero a veces es imposible no pensar en cómo hubiese sido la vida de una persona si uno mismo no hubiera aparecido en ella. Suspiro.

Tratando de encontrar que decir o que hacer; noto por primera vez en veinte años cual interesantes son los colores en las cortinas del comedor, y el juego que hacen con la mesa de madera tallada, esta es la casa en la que crecí, de donde tal vez nunca debí salir.

De pequeño me costaba hacer amigos, los niños solían jugar fútbol o adorar programas de televisión que yo ni siquiera entendía, sumando mi latente debilidad física; a los cuatro años pinte la chimenea con acuarelas en navidad, recuerdo que alguna vez mi madre menciono que desde entonces ella supo, yo no sería un gran abogado o doctor, a los seis años aprendí a tocar el piano, una vecina; mujer gruñona y de avanzada edad me ayudo con eso, supongo que ambos teníamos más en común de lo que yo en una vida tendría con alguien de mi edad; éramos frágiles y preferíamos el silencio.

No paso mucho para que a los chicos mayores les comenzara a molestar mi convalecencia, unos cuantos empujones y bromas sobre "el pequeño bebé enfermo", y, a los diez años un par de puñetazos, suelo remontar a aquella tarde cada vez que pongo un pie en la sala de estar; yo descansaba viendo televisión tras las heridas de guerra -consistentes en un labio roto que había conseguido tras resbalar por el puño en mi cara y golpearme con el pavimento- cuando apareció Itachi, mi hermano mayor, marcas moradas esparcidas por todo su rostro, no se quejó, no dio explicaciones, y los chicos mayores no volvieron a molestarme.

-Mi vida no esta tan mal después de todo. Mi madre elevo el rostro, en señal de que había obtenido su atención. –Tuve una familia y todo el drama con eso...

-Nosotros siempre tratamos de que fueras feliz, amor.

-Lo sé. –sonreí con toda intención, tratando de interpretar sus palabras. – No hablo de los hospitales ni nada eso. –estire lo más que pude mi brazo, rozado con la punta de los dedos los de mi madre.- Cuando Itachi me enseñó a andar en bicicleta sin tu permiso, el único día del mes en que podía comer helado, cuando quise ser un artista y papá se enojó conmigo, todo eso... está bien.

-Ella te hizo mucho bien. –Murmuro mi madre, cuando la mire pude ver como se le aguaban los ojos, obviamente se refería a Sakura. –Ella... ella es fuerte, siempre supo que todo... se mueve. –Enfatiza al apretar los dientes y mirarme, sí, hacerlo después de años, a los ojos, leyendo el alma. –Ella estaba lista para todo, no se acobardo, tenía todo el valor para mirarte, el que me ha faltado mi cielo, y lo siento.

Y yo solo puedo sonreír más, si es posible porque para eso era experto; sabía exactamente como se sentía, amar tanto a alguien que doliera profundo, no poder pensar en otra cosa, y repetir cada segundo en tu cabeza cuanto la añoras, cada día un poco más. Y no, no era hermoso, era un maldito asco, que las sensaciones te invadieran todo el cuerpo, como un incendio por dentro y por fuera. 

Requiem Por Sakura. Libro II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora