En la madrugada, Loui despertó con las manos apretando la sábana. Algo estaba mal. El aire estaba atrapado en su garganta y luchaba por entrar en sus pulmones. Él comenzó a desesperar. Quiso gritar por ayuda, pero su voz no salía. Entonces, se arrastró hacia la mesa de luz y, en la oscuridad, tanteó su inhalador. Hacia no menos de un mes que lo había tenido que empezar a usar. Apretó tan fuertemente el inhalador contra su boca que sus ojos se crisparon. Luego de que pudiera volver a respirar con normalidad, se acurrucó contra el suelo y cerró los ojos. 3 a.m, lo supo aún sin mirar el reloj colgado en la pared. El aire olía tan espantosamente a muerte, que tuvo que correr a la ventana y abrirla de par a par.
Estando de pie creyó haber visto una figura esconderse entre los largos trigos del campo....
La familia Dvoker desayunó en silencio, excepto por el padre, quien había estado intentando cortar el mismo árbol desde el amanecer a las 6 a.m. Loui lo sabía porque había estado observándolo desde entonces. También sabía que no tenían que preocuparse por el almuerzo o la cena, los vecinos ya habían llenaron el refrigerador con sus lasañas, pollos fritos y demás. Al recordarlo, Loui sintió que iba a vomitar.
—Come, cariño— le dijo su madre a Loui, con su voz quebrada. Él la miró de reojo, podía ver su mirada inundada de inciertos, luego volvió su rostro al platillo frente a él. Suspiró.
—Te escuché gritar en la madrugada— volvió a hablar su madre—. ¿Estás bien, Loui?
Deni dejó caer la cuchara a su plato ruidosamente.
—Mamá, él puede cuidarse por sí mismo, ¿sí?— Loui pudo ver el esfuerzo por no ser borde en aquella voz—. No tienes que preocuparte.
Deni miró a su hermano con el ceño fruncido. Probablemente le echaría su sermón más tarde, y Loui no tenía ganas de escucharlo más. Lentamente, dejó caer sus brazos de la mesa. Cristie lo miró preocupada.
—Eso mismo dije de Seelie— murmuró su madre.
Todos dejaron de engullir su comida.
Loui se levantó y corrió escaleras arriba, con sus oídos latentes. Abajo habían empezado a murmurar cosas que sonaban como reproches.
Salió de la casa.
El sol estaba especialmente brillante ese día, pero no serían más de diez grados. Arrastró su mochila hacia su hombro derecho. Se colocó su gorra de lana, esa que aplastaba sus cabellos rebeldes, y comenzó a caminar, pero escuchó el grito de Cristie y aceleró el paso.
—¡Loui, para! ¡Sé que me escuchaste!
Loui se detuvo en la calzada, pero no se dió vuelta.
—¿A dónde vas?— le preguntó su hermana, una vez que estuvo lo suficientemente cerca para que éste la escuchara.
—A la escuela— murmuró Loui. Entonces retomó su camino.
—¿Qué? ¿Por qué?— balbuceó ella—. El Directo Rosselt dijo que podrías faltar un mes... para superar...
—Iré a buscar sus cosas— dijo Loui entre dientes—. Las cosas de Seelie. Nada más.
—Oh— los ojos de Cristie cayeron hacia el suelo—. Con todo lo del funeral... lo había olvidado— entonces cambió de dirección—. Ven. Te llevo.
Loui lo pensó un momento, pero entonces ya estaba dirigiéndose a su lado y, luego, entrando en el auto escarabajo de su hermana. No había sido hace mucho que Cristie había conseguido su licencia para conducir, pero aún así, él no estaba asustado por lo que le pudiera suceder. Agradeció en silencio que ella era más comprensiva que Deni, pero entonces recordaba que su hermano siempre había sido cauteloso cuando se trataba de sus padres. De alguna manera, quería protegerlos de cualquier tipo de tragedias.
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El Vestigio
Mystery / ThrillerLuego de haber visto a su hermana menor agonizar en sus brazos, Loui comienza a tener extrañas visiones y sensaciones, que poco a poco lo arrastran a la locura.