No te olvidé.

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Puedo jurar que la cabeza se me hizo pequeña, apretando cada uno de mis pensamientos, no los dejaba salir. Tragué.
-¿verme?
-si, Adalia, verte. Tenemos tanto que hablar.
-Yo.. No lo sé, me has sorprendido.
-Por favor, pido una oportunidad.
¿Qué?!, ¿así de fácil quería llamar y esperar a que accediera a todo lo que pidiera? Ni de loca! No tenía el derecho ni el poder.
-está bien, ¿cuándo y dónde?
...o tal vez sí.
Eran las 4:25 cuando decidí comenzar a arreglarme, pues habíamos quedado de encontrarnos frente al café; aquel café que había presenciado toda nuestra historia, que guardó tantos secretos bajo sus manteles, para luego ser arrastrados por el aire, el café que lo comenzó y ahora lo terminará todo.
Estoy nerviosa, he llegado 10 min. Antes, el aire me acompaña en mi locura, mis manos se unen una y otra vez. Como si eso apresurara el tiempo. Miro mi reloj una última vez 5:02, y es entonces que lo veo, caminando hacía mi con la mirada baja, misterioso y traslucido a la vez, alumbrando su paso como siempre; el tiempo se me ha parado, no puedo dejar de pensar cuanto extrañaba a ese familiar desconocido. Porque eso era, nunca lo conocí realmente. Por la cabeza me pasó salir corriendo de ahí, sin embargo mis pies no coincidían, y tal vez mi corazón tampoco.
Llegó hasta mi, colocándose muy cerca, robándome el aliento como solo el sabía, mis rodillas estaban por doblarse.
NO, basta. Compostura.
-Mark, ¿qué es lo que quieres?- dije con mi mejor intento de sonar dura y resentida.
Él me miro como si fuera lo más preciado e inocente del mundo, quitándome el poder que sentía al "expresar" mi enojo. -entremos-soltó.
Nuestras bebidas, la mía fría y la de él caliente (opuestos como siempre) yacían sobre la mesa, aromatizando nuestras fosas nasales y ambientando nuestra conversación una vez más.
-Hace ya 4 años que estuvimos aquí por primera vez, yo te seguí del grupo de ayuda y te encontré sentada en esta misma mesa, llorando...
-Basta Mark! No estoy aquí para viajar en una especie de maquina del tiempo romántica. Vamos al grano, ¿qué quieres?
Sus ojos me recorrían una y otra vez sin parar, veía mis ojos, mis manos, mi ceño y mis labios, claramente analizándome.
-Necesito tú ayuda.
-¿qué, tú a mi? Ja! No te lo creo.
-Hey, no te sorprendas. Siempre has sido esencial en mi vida.
Decidí ignorar el comentario.
-¿pero justo ahora para que me necesitarías, para matar personas? Dije irónicamente mientras tomaba el primer sorbo de café y reía levemente. Sin embargo su expresión no cambió.
-Si- dijo totalmente serio.
-¿DE QUÉ HABLAS?, ¿CÓMO ES POSIBLE QUE ME HAGAS ESTA PROPUESTA? QUE TE QUEDE CLARO QUE NO SOY TÚ MARK.
-Calma! Por favor Adalia!
-NO, DAME UNA RAZÓN PARA NO LLAMAR A LA POLICÍA EN ESTE INSTANTE Y DECIRLES QUE ME HE TOPADO CON EL ASESINO-dije despectivamente lo cual claramente le afectó.
-No lo harás, no puedes
-¿QUE TE HACE..
-Si esa hubiera sido tú intención lo hubieras hecho desde un principio, aparte nos amamos, somos uno mismo. Aunque te lo hayas negado últimamente.
Y en ese momento, sin razón alguna, o tal vez porque me estaba hablando con la verdad.. Como casi siempre. Las lágrimas cayeron de mis ojos, mezclándose con el café, que estoy segura que si lo probase podría distinguir todos mis sentimientos. Él me observó sorprendido, hace tanto que no me veía así, debatió entre que hacer a continuación, finalmente se decidió por pedir la cuenta y acompañarme al frío de afuera, yo seguía llorando volteando mi cara hacía el aire, para no sentirme vulnerable, para borrar rastro de dolor, él observaba a la gente, meneando nerviosamente sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans, en verdad no sabía que hacer.
De pronto sus brazos se extendieron como dos grandes alas, me tocaron la espalda y me unieron a su pecho. Ese lugar con el que estaba tan familiarizada, mi lugar preferido.
Y fue como abrazar el desamor y el amor, la soledad y la unión, el frío y el calor. Y sobretodo fue como decirle adiós a mi libertad e independencia.
Entonces lo admití para ambos.
-No te olvidé, ni te dejé de amar.
Dime, ¿qué necesitas?

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