Prólogo

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Luego de una tormentosa lluvia matutina, Brooke Hunter decide por fin salir a tomar el bus para emprender el camino a su colegio. Después de haber desayunado bien, vestirse "normal" y hacer su tarea, la pelinegra estaba esperando a que la lluvia cesara, ella no poseía ningún auto como la mayoría de sus compañeros, obviamente sus padres sí, pero ambos lo necesitaban para sus trabajos.

Se colocó la manga de su bolso en su hombro y sacó la mano por la ventana, se aseguró de que ya no lloviera, sonrió, no quería enfermarse, eso le complicaría sus estudios. Antes de salir, se puso un gorro de lana, negro, que ella adoraba, se dio un rápido vistazo en el espejo y salió corriendo. 

Lamentablemente, es algo torpe, al correr no vio que afuera de su casa había un cuaderno tirado y se tropezó con el. Por suerte no había nadie cerca, sino podrían haber visto su vergonzoso momento. Fugazmente, se incorporó y observó al causante de todo esto.

Sus mejillas se tornaron de un tono rojo, al observar que con lo que había tropezado, era nada más y nada menos que un estúpido libro. Entrecerró sus ojos y recordó que hasta hace un momento, estaba lloviendo a cántaros, le pareció extraño que no estuviera mojado. Se agachó a recogerlo y se llevó el susto más grande de su vida; el pequeño cuaderno estaba reluciente, ni una gota había caído sobre el. 

Le hecho una ojeada, y nada, sus páginas se encontraban en blanco, su tapa de cuero marrón estaba intacta, ni un raspón o ralladura. 

—Esto no puede ser verdad.— murmuró para sí misma. 

A lo lejos, vio como su bus se estaba acercando a su respectiva parada, corrió hasta el lugar y le hizo una seña para que el vehículo se detuviera, subió y buscó con la mirada a sus mejores amigos. Cuando los vio en el fondo sonrió y caminó hacia ellos. 

Al llegar les mostró el objeto que poseía en sus manos.

—Eso no puede ser normal— habló su mejor amigo Stephen.— , seguro y estás mintiendo.— rió, pero sólo para molestarla. 

Ella se encogió de hombros y lo guardó en su bolso, más tarde averiguaría algunas cosas sobre ese cuaderno. 

Pero lo que ella no sabía, era que en la casa de su amor platónico Jaden Moore, el mismo cuaderno, estaba descansando debajo del auto. 

Tomó su mochila, agarró las llaves y se despidió de sus familiares.

—Adiós, mamá.— besó la coronilla de su progenitora. 

Ella sonrió e imitó su acto. 

Al salir, el chico se percató de que debajo de su bebé, había algo estorbándole. Se agachó, lo tomó y se incorporó para verlo mejor. Pero un mensaje de su mejor amigo, Jared, lo interrumpió. Abrió la puerta del auto, lanzó su mochila y el cuaderno a los asientos de atrás y dejó el asiento de copiloto libre para su amigo. 

Observó bien la calle, le pareció normal que no hubiera nadie ya que había llovido, pero igual, en su residencia siempre hay personas en la calle, así que se extrañó con eso. Y sin más, arrancó a la casa del moreno, siempre iba a buscarlo para llevarlo a su colegio.

Rió.—Jared Foster, eres un idiota.— dijo cuando observó que tenía una llamada de él. 


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Comienzo de la historia: 12/Diciembre/2016

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