Los primeros años

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Estamos en 1987, ya ha pasado un año del nacimiento de Miguel Ángel. Su madre Lucía se encuentra muy emocionada con su pequeño hijo, siempre le está brindando cariño y dando lo mejor de si para su gran adoración. Era una mujer de baja estatura pero de alta dignidad, cabello largo y castaño, unos ojos de perla que Miguel Ángel heredó, pero su mas grande atributo era su sonrisa, hermosa como ninguna otra. Lucía se dedicaba a hacer los quehaceres del hogar, siempre fue muy buena ama de casa y sobretodo una madre muy amorosa con su hijo. A pesar de que tenía un año Miguel Ángel siempre fue muy callado, cuando tenía hambre o cuando hacía sus necesidades en su pañal, el niño nunca hacía ninguna especie de grito o sonido con la boca, era como si este fuera mudo. Su madre siempre jugaba con él haciendo muecas graciosas, dándonse pequeños golpecitos con algunos objetos de la cocina como en las caricaturas, y en el caso mas extremo se dejaba toquetear su rostro y dárselo a total disposición a su querido primogénito. Y aunque Miguel Ángel mostraba una sonrisa cada vez que su madre Lucía se ponía a jugar con él, nunca hizo ningún sonido de risa ni nada por el estilo.

Su padre por otro lado, el señor Fausto, nunca tuvo tanto tiempo para compartir con Miguel Ángel en sus primeros años. Fausto trabajaba como policía en la ciudad, caminaba siempre recto por el buen camino, era alto como una palmera, su color blanco lo mostraba con falta de calidez, pero solo era un engaño que ocultaba la inmensa viveza de su persona, era trabajador, honrado y sobretodo honesto como ninguno. Todas las mañana Fausto se vestía orgullosamente con su uniforme, cargaba su pistola y se iba a patrullar toda la ciudad. Debido a los horarios en los que patrullaba nunca tuvo mucho tiempo para estar con Miguel Ángel,  además que nunca fue muy afectivo, era de esos hombres serios que esconden un gran corazón en su interior, pero al nunca sacar todo ese afecto, pues no Miguel Ángel no tenia tanta empatía con él como con su querida madre.

Pasó un tiempo y Miguel Ángel entró en la fase donde los niños aprenden las primeras cosas de la vida, tales como decir sus primeras palabras como mamá y papá, dar sus primeros pasos, entre otras cosas. Miguel Ángel aprendió a caminar bastante rápido, cuando todos los bebes de su edad apenas daban los primeros pasos, ya este era capaz de caminar fluidamente e incluso correr un poco antes de caer al piso, esto sorprendió bastante a sus padres, por el simple hecho de que no era normal que un niño tuviera la habilidad de caminar tan rápido a esa edad. La señora Lucía siempre presumía de su querido Miguel Ángel en todas las reuniones familiares, cuando se juntaba con sus amigas e incluso cuando salía a hacer las compras de la casa. Un día se llevó a Miguel Ángel con ella a una reunión de sus amigas, casi todas tenían hijos de la misma edad de Miguel Ángel, todos los niños hablaban algunas palabras, podían decir mamá o papá e incluso formar algunas oraciones sencillas, pero no actuaban con mucho razonamiento debido a su corta edad y les costaba mucho trabajo andar en sus dos pies. Miguel Ángel actuaba con mucho razonamiento para su edad, podía caminar fluidamente, pero no era capaz de decir una sola palabra, de hecho hasta ese momento el nunca había hablado. Matilda la mejor amiga de Lucía siempre alardeaba sobre su hijo Mateo y lo inteligente que era, diciendo cosas como-Luci, Mateo ya dijo su primera palabra y fue Mamá, ¿Miguel todavía no ha dicho las suyas?-Lucía le responde-Hasta ahora Miguel Ángel no ha dicho ninguna palabra, pero ya puede caminar bien, además puede correr cierto tiempo sin caerse-Matilda, como si de una competencia se tratara respondió-¿De qué le sirve caminar tan bien, sino puede decirte mami?-Matilda no se dio cuenta pero con estas palabras hizo sentir muy mal a Lucía, ella ignoró el asunto y rápidamente cambio de tema.

El tiempo seguía avanzando y ya era tiempo de que el pequeño Miguel Ángel entrara al colegio. Entrando al colegio Miguel Ángel le toco presentarse como a cualquier niño normal. Su profesora le ordenó pararse en frente de todos los estudiantes y decir su nombre, así como sus datos principales y su comida favorita. Esto era una estrategia de la profesora para crear empatía en los pequeños niños que apenas aprendían a hablar, entre otras cosas básicas. Grande fue la sorpresa de la profesora cuando vio que Miguel Ángel no podía hablar, le insistió varias veces para que hablara pero este nunca pudo efectuar ni una sola palabra. La profesora se dio cuenta de que el pobre Miguel Ángel se sentía bastante incomodo en su situación, entonces decidió simplemente ignorar el asunto de la presentación y hacerlo ella misma con los datos que poseía del mismo. Al terminar las clases del colegio, la profesora le hizo una pequeña nota a los padres de Miguel Ángel, en donde le contaba el asunto que había pasado en el colegio, y la extraña reacción de Miguel Ángel al no querer decir una sola palabra en todo el día de clases. Su madre, la señora Lucía habló con su esposo Fausto sobre el asunto, este naturalmente se sintió muy preocupado por su hijo, así que intentó hablar con Miguel Ángel. Fausto con cara de preocupación le dice a Miguel Ángel-Hola migui, soy yo tu padre, quisiera que por lo menos intentaras decir esa palabra, papá-Miguel Ángel lo mira, con esa mirada de que sabes que alguien te está prestando atención, pero no responde absolutamente nada, solo mira y calla. Ante esto su padre sigue insistiendo-Miguel Ángel di papá, vamos no tengas miedo solo inténtalo-Miguel Ángel se pone incomodo y no dice absolutamente nada solo sigue observando a su padre. Fausto se da cuenta de que está perdiendo la paciencia entonces intenta relajarse lentamente mientras le dice a Lucía que sea ella quien hable con Miguel Ángel, esta accede y dice- Miguel Ángel, mi amor, intenta decir una simple vocal, solamente un sonido, esfuérzate pero di algo mi amor-Miguel Ángel la mira, ambos comparten la mirada por un momento y de pronto voltea la mirada hacia el suelo, él simplemente no entendía porque no podía hacerlo.¿Por qué no era capaz de hablar como lo hacían los otros niños?¿Por qué no podía ser normal como los demás? Estas son solo algunas preguntas que Miguel Ángel se hacia en el interior de su mente.

Su madre muy preocupada por el gran temor de su hijo a hablar, decide llevarlo a los médicos y ver si Miguel Ángel sufría alguna especie de enfermedad o condición mental que le impidiera expresarse. Decidió llevarlo donde su médico de confianza el Dr. Israel Lanuza, era un hombre de estatura ordinaria, tenia la cabeza como un águila, calva y blanca, era un poco robusto y corpulento, y desprendía una de esas sonrisas de gente ingenua, pero solo ocultaban el intelecto maestro que este hombre poseía. Este le dice-Hola Luci, hacía mucho tiempo que no venías por aquí-Luci le responde explicándole que no está aquí por ella sino por su querido primogénito, comienza a contarle la situación y lo que había pasado en el colegio así que Lanuza decide hacerle una serie de pruebas a ver que condición puede tener Miguel Ángel para que no hable. Luego de varias semanas haciendo estudios con Miguel Ángel, el Dr. Lanuza se siente totalmente extrañado, le ha hecho todos los estudios posibles y sale todo bien, siempre sospechó que el caso de Miguel Ángel era una especie de autismo, pero después de tanto tiempo haciendo pruebas y que ninguna tuviera resultados, era mas que obvio que el problema no era psicológico, así que decide enviar a Lucía donde un otorrinolaringologo, muy amigo suyo para que descubra si el problema de Miguel Ángel viene de su garganta.

El dr. Lanuza les da la dirección de este médico, quien tenía un consultorio personal. Lucía se va con Miguel Ángel hacia ese consultorio y al llegar, ven un letrero inmenso en la puerta, uno que demandaba viveza y esperanza, no era común ver letreros tan vivos para un consultorio personal. El letrero decía ''Consultorio de Moisés'' y abajo poseía un pequeño dibujo animado de un hombre moreno y obeso vestido con una bata de médico, Miguel Ángel incluso sin saber leer, dedujo que decía el nombre del establecimiento en el que iban a entrar, y también se imaginó que la figura animada de aquel hombre, era la de el doctor que lo iba a atender. La astucia de Miguel Ángel una vez mas acierta, ya que al entrar lo primero que encuentran es un hombre con las mismas características que el dibujo animado que estaba en el letrero, ademas de que este tenía en la bata escrito ''Dr. M. Moyas'', Lucía procedió a saludarlo y al hacerlo se percató de que aquel señor estaba lleno de lujuria por doquier. Así que decidió estar muy atenta de cualquier cosa que este Moisés Moyas intentar hacer, ya que no le dio mucha confianza. El dr. Moyas prosigue a examinar a Miguel Ángel y hacerle todos los estudios que el dr. Lanuza le había sugerido de ante mano. 

Pasaron varios meses y no solo el dr. Moyas, sino que muchos médicos mas fueron los encargados de encontrar porqué razón Miguel Ángel no hablaba. Ninguno de estos médicos pudo dar un fin alguno, todos determinaban que no era autismo ni ninguna enfermedad ni condición. Cuando estaban con el último médico, este le da el mismo diagnostico que los anteriores. Lucía desesperada le dice entre lagrimas- Por favor doctor, estoy dispuesta a pagar lo que sea, pero por favor dígame porqué Miguel Ángel no habla-este, sintiendo mucha pena por la pobre señora, la consuela diciendo-Cálmese señora y no llore, estoy seguro que Miguel Ángel puede hablar, lo que pasa es que él no quiere-. Aunque estas no eran las palabras que la señora Lucía quería escuchar, sirvieron para tranquilizar sus ansias y devolverle la esperanza de que algún día, iba a escuchar a su querido hijo Miguel Ángel.

Miguel AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora