iv

1K 127 1
                                    


TaeSun fue el siguiente. Fue un día después de que KiBum te haya acorralado casi de manera literal en la cocina y te haya dicho esa frase que apenas te dejó dormir porque MinHo ese día no llegó al departamento y él había dicho que sí lo haría. Lo esperaste y te preocupaste. Te preocupaste por KiBum y por él.

Y sobre todo por ti. Porque él te tuviera así.

Y te levantaste antes de lo normal y te bañaste y pediste que alguien te fuera a dejar a tu casa porque creías extrañar a tu hermano y pensabas que era mejor que ese fin de semana te alejaras de esa persona alta que te besaba repentinamente y que tú hacías lo mismo con él porque ya se había vuelto costumbre. Mientras que en un principio solo eran besos que se daban repentinamente al conversar, estos pasaron a ser besos reales y no simples roces de labios que provocaban risas nerviosas. Ya no eran sonrisas sino que jadeos. Uno encima del otro.

Tú encima de él, TaeMin.

(Porque aún recordabas eso. Y supuestamente solo se habían sentado en el sillón del departamento a ver un simple partido de fútbol).

"¿Y esa novedad de que vienes solo?"

Apenas TaeSun dijo eso cuando tú entraste a tu casa, le miraste raro, casi ofendido, mientras él solo elevaba una ceja y te miraba del sillón. Sabías que lo decía en serio y que justamente ahora, no parecía estar jugando como siempre lo hacía contigo.

"¿Qué tiene de raro que venga solo?"

"Olvidé la última vez que lo hiciste. Siempre vienes con MinHo, ¿o llegará más tarde?"

"No sé."

Y no quisiste hablar más del tema cuando él recién comenzaba. Porque o era tu mamá o él o incluso tu papá, que siempre te preguntaban por MinHo en momentos inesperados, mirándote de una manera extraña que había comenzado a aparecer solo ahora último. Porque era cierto que un principio les extrañó que te llevaras tan bien con él, pero ya se les había hecho costumbre verlos juntos. Verte a ti llegando con él a la hora de la cena o invitando a su familia a cenar con ellos un día cualquiera. Incluso vacaciones.

Eso era desvergonzado. Lo admites.

Pero aún así te da risa y se te quita el enojo cuando ese mismo día en que no le quisiste contestar el teléfono al alto, aparece cerca de las nueve de la noche en la puerta de tu casa, con una sonrisa sincera y oliendo bien porque los partidos de fútbol ya se habían acabado. Y cuando se agacha y alcanza tu altura no es necesario que tu te muevas o él haga el primer paso porque se coordinan. Tú te estiras lo suficiente para alcanzar sus labios y él busca tu cintura, afirmándote desde ahí.

Y lo que más te da rabia, no es solo que el enojo se te vaya rápido, sino que el maldito entre como si nada y tus perros, incluso éstos, estén más acostumbrados a él que a ti. Le mueven la cola y le ladran cuando no se agacha rápido a acariciarlos porque ya querían salir a pasear con él y a correr con él cuando contigo apenas se movían.

Y no es solo ellos, sino que también TaeSun; que a pesar de haberte visto a ti besándole el cuello, mientras veían televisión, ni siquiera te rechazara o preguntara algo. Porque nunca nadie preguntaba.

Y eso creías que era mucho mejor.

· Nosotros ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora