v

1.2K 141 9
                                    


Cuando escuchabas que alguien llevaba más de dos años en una relación tú te reías. Te burlabas, rodabas los ojos y bufabas. Decías que era ridículo, que cualquiera se aburriría y que ese tipo de situaciones existían solo en los cuentos de hada porque la costumbre ya hacía lo suyo y "la chispa del amor" ya había desaparecido.

Pero ahora estás en eso. Ahora ya no te ríes ni te burlas. Ahora miras a MinHo de reojo y escondes el rostro en su cuello y le dices que se vayan. Ahora niegas tus palabras y crees que la costumbre es un concepto completamente distinto al que creías y que cuatro años no es tanto.

No suena tanto, ¿cierto?

Aunque ahora ya no son solo besos. Ahora es mucho más. Ahora ya no hay nada que no conozcas de MinHo. Ya no hay pudor y solo hay necesidad. Ya no hay juegos de adolescentes sino que hay encuentros después de las clases en su universidad o en algún lugar de grabación al que tú tienes que ir solo.

Y lo mejor de todo es que ya nadie pide explicaciones. Ya nadie los mira extrañados porque ya todos saben lo que nadie necesitó explicar. Ya nadie pregunta cómo ni porqué, sino que solo asumen. Asumen lo que todos tenían bajo sus propios ojos y que apenas eran capaces de ver.

Comparten amigos. Se ven de vez en cuando (aunque sabes que es mucho más que eso) y pelean como todos. Recuerdas que una vez se agarraron a golpes y tú le dejaste un labio partido a MinHo y no te lo perdonaste nunca aunque él te mirara con los ojos muy abiertos sin dar crédito de tu fuerza.

Y él no te pegó. Está claro. Los puñetazos fueron más tuyos que de él, del cual solo recibiste un simple empujón sin fuerza que aún así consiguió hacerte tambalear.

Y ahora caminas a unos metros de él. Estornudas dentro de esa bufanda que te cubre e intentas pasar desapercibido cuando las cámaras están demasiado cercas y te cortan el paso porque las fans nunca conocían demasiado el límite permitido y siempre había una que conseguía acosarte.

Sabías que las cámaras conseguirían capturar todo el sueño que sientes y todo el cansancio que solo consigue acumularse, al igual que el resto, pero que a ti te afecta aún más porque tus defensas son demasiado bajas y sueles enfermarte demasiado.

(Y sabes que por eso, él está así).

Sabes que no se quita los lentes cuando se sientan a un par de metros de distancia, uno frente al otro, porque está enojado y porque no tiene ganas de hablar porque siempre ha sido una persona que no sirve para las mañanas. Sabes lo terrible que es despertarlo y lo terrible que es su humor a la hora de hablarle. Y por eso KiBum lo evita y el resto también. Porque saben que es mejor no hacerlo hasta pasado dos horas más, en donde la comida pueda hacer algo entre su cerebro y le permita botar algo más que odio, aunque tú tengas claro que también está así de enojado porque te está viendo de la forma en la que te está viendo ahora.

Porque el nuevo estornudo que intentas evitar, no lo evitas y tus ojos se aprietan y te agachas porque te sientes mal y tienes frío y la punta de tu nariz está fría y solo quieres dormir.

Es por eso que no te llama la atención cuando se levanta y se va, soltando un bufido que tú alcanzas a oír y que hace que JongHyun le mire con una ceja levantada, mientras el resto le ignora y sigue pendiente de lo que pasaba en su teléfono.

Y tú vuelves a estornudar cuando te desconcentras, apretando con más fuerza los ojos, sintiendo su odio cuando no tienes porqué preocuparte de eso y dejando una mano sobre tu rostro, intentando evitar sonarte e intentando darle calor a la punta de tu nariz que en cualquier momento comenzaría a ponerse roja cuando eso era lo que más odiabas. Palpas el bolsillo de tu chaqueta, en busca un pañuelo, cuando unos dedos se enredan a los tuyos, mucho más tibios y agradables, provocando que levantes la cabeza y te encuentres con él, ahora sentado al lado tuyo, mirándote sin los lentes puestos, pero sí con el mismo odio si es que no más.

Ya no era solo un odio contra las mañanas, sino que era un odio específico. Un odio que te hace sentir culpable.

"Te dije que te cuidaras."

Y no le alcanzas a responder que intentaste hacerlo cuando MinHo busca en el bolsillo de su mochila una mascarilla negra que enreda en tu oreja y que termina por estirar de manera rápida y precisa sobre tu rostro, cubriendo lo que tú intentabas hacer y dando calor a las partes de tu cuerpo que ya se encontraban heladas.

Y sabes que cuando él toma tus manos entre las suyas, frotándolas contra sus dedos para darte calor, seguramente habrá alguien mirando o alguien sacando conclusiones que no hay porqué sacar. Cuchicheando con una persona que quizás estaba acostumbrada a seguirles y a toparse con escenas que antes el resto hubiese mirado de forma extraña, pero que ahora sinceramente, ya a nadie le importaba.

Después de todo, porque tú y él ya no tienen nada que esconder.

(Y justamente, eso era lo mejor de todo).

· Nosotros ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora