Capítulo IV - Final

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En eso acercó aún mas sus labios al punto que los rozo con los míos. Me dio un beso lento mietras hacía que nuestras lengua rozaran. Y en eso me impulsó delicadamente aun más en el sofá. Yo estaba muy perdida y sorpendida a la vez. Mis besos eran torpes. Pero los de él me sabían exquisitos.

—Mmm...Ahhh...Castiel...Aaah...P-por favor para...—Le dije muy sonrojada. De repente paró.

—¿Realmente es esto lo que quieres?¿Quieres que pare?O aún mejor...—Me miró con esa sonrisa coqueta de nuevo mientras acariciaba mis muslos.—¿Quieres que probar una nueva experiencia?

No sabía que contestarle. En mi corazón sentía algo por Nath. Pero este me había creado falsas esperanzas. Y si él y Melody  se gustaban, yo no me iba a meter en una relación.
Además, mi querido primo siempre me había ayudado aunque se metiese conmigo a todas horas. Siempre está ahí para mí. Y aunque me cueste admitirlo desde que nos volvimos aldultos, cuando nos besamos, me hace sentir que estoy en la nubes.

Sin pensarlo más agarré a Castiel de las orejas y le di un beso saborendolo como si de el último se tratase ,mordiéndole el labio hasta el punto de que sangró. Sintiendo como mi cuerpo ardía en deseo de hacer cosas inapropiadas. Él me sujetó fuertemente de las caderas mientras yo posaba mis brazos rodeando su cuello para sujetarme. Me dirigió una mirada de felicidad envuelta en lujuria.

—Creo que eso es una respuesta,¿cierto?—Asentí segura de mi misma con una mirada coqueta en el rostro.

Me levantó despacio mientras me estrellaba contra la pared .Como en aquel muro de piedra. Pero está vez mis piernas estaban entrelazadas en su espalda. Me empezó a comer lo labios a besos primero lentos claro, pero aumentaba la velocidad conforme me los daba, que no me daba tiempo ni de poder tomar aire , y podía saborear aun el sabor a chocolate en su boca. De ahí pasó hacía mi cuello. Lo besaba con ternura y me daba pequeños mordisquitos.

—Castiel, me haces cosquillas...

—Mmm...No era exactamente lo que quería provocarte.

—¿Y qué es lo que querías?—Lo aparte un poco y lo miré pícara.

-Eso ya lo descubrirás más tarde...—Su mirada de pervertido me provocaba aun más.— Oye enana ahora que estamos así, ¿que quieres que haga exactamente? Sigo, saco al perro tu me dirás...

—Quiero que...Que sigas..

—Seguir pero, ¿hasta dónde sigo?— Imbécil. Se reía travieso le gustaba hacerme sufrir.

—Pues hasta la cafetería no te jode. ¡Pues que sigas! Hazme el amor idiota, no me dejes con el calentón.

—Ahora entiendo. Bueno si eso quiere la loba...No habrá marcha atrás.—Su mirada me dio escalofríos. Creo que se me fue de las manos. Ese comentario sin duda lo encendió.

***

La noche continuó y como se sabe acabamos siendo uno. Castiel me había hecho sentir realmente completa.

—Marjorie...—Decía en susurros pero lo oía. Estaba recostada en su pecho así que sentía hasta el bombear de su corazón.

—¿Sí?

—¿Te acuerdas que me mordiste el labio antes?

-—Claro que recuerdo.

—Entonces quiero que me pidas perdón.

—¿Cómo se me piden las cosas?

—O me pides perdón o te rajo enana formada.

—¡Me convenciste!—Me empecé a reir.

—Ahora, fea.—Me miró intentando aparentar serio.

—Ya voy, ya voy.—Me puse encima suyo, con mis brazos a los extremos de su cabeza.—Al gusto del consumidor.—Y me incliné besandolo en los labios.

—Y dime una cosa Marjorie.—Dijo al separarnos.—¿Qué soy yo para ti?

—¿Que qué eres para mí? Pues tú cariño eres...—Le susurre en los labios.-El idiota que necesito.

El Idiota Que NecesitoWhere stories live. Discover now