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—¿Qué haces aquí con ella?—Pregunta Evan con voz enfadada.

—Me la encontré en la avenida, casi la arrollo con el auto pero cuando la olfatee me di cuenta. ¡Evan es una de nosotros y está sola!.

—No discutamos esto otra vez André, no estamos dando cobijo a cachorros sin techo—Dijo Evan cansado de la charla mientras se cruzaba de brazos.

—Evan—Imploró André y esa expresión fue la que terminó por convencer a Devries para que accediera regañadientes.

—Lleva las cosas dentro André y déjame a solas con ella.

Evan me indicó que lo siguiera y me imagino que era para tener una charla con más privacidad—Cuando te vi el otro día me di cuenta que había algo raro en ti. André dice que eres una de nosotros pero yo no percibo la misma esencia en ti que en el resto. Así que solo lo preguntaré una vez. ¿Qué mierda eres tú?

Cerré los ojos para no ver los suyos fulminándome. Yo también quería saber lo mismo. Un montón de posibles respuestas se agolparon en mi mente: Una traidora. Una mujer. Un lobo sin completar. Una cazadora. Un omega.

—Un omega—Dije y él asintió sin pedir más explicaciones. Lo seguí a la casa de madera. André luchaba con dos adolescentes para poder guardar una caja de cereales y risas se escuchaban de otra parte de la casa. Un montón de ropa tirada, linternas, sacos de dormir por doquier.

—Ella es Abigail—Dijo Evan con su profunda voz y muchos ojos estaban sobre mí. André empezó a presentarme a todos pero no pude retener muchos nombres. Amy era una chica alta de cabello oscuro y ojos tan negros como el carbón, junto a ella había un señor de mayor edad que era su padre.

Uno de los adolescentes que peleaban por cereal era Ian, que lo grabé al instante por el arete que tenía en la ceja derecha y el otro adolescente que distraía a André era Marcel.

Evan se sentó junto a una mesita y me indicó que lo siguiera. Me senté frente a él y me miró como si aún no terminara por convencerse de lo que iba a hacer pero suspiró rindiéndose.

—No confío en ti—Me dijo Evan Devries—pero dada la situación en la que estamos no puedo darme el lujo de no considerar a otro lobo.

— ¿Qué situación?—Pregunté de inmediato y mis sentidos se disparan. El miedo comienza a recorrerme hasta la punta de los pies.

—Déjame terminar—Pide Evan y su voz es tan ronca, tan baja que me produce escalofríos—No somos una manada. Los que ves aquí son los restos manadas que fueron masacradas por cazadores. Dream's Ashes tenía una prohibición de cacería y la van a romper porque hace unas semanas nos vieron corriendo por los bosques en tiempo de cambio. ¿Cómo es que nunca te vi en el bosque?—Yo tragué grueso. Así que eso era lo que tenía a Evan en la duda, él no me había visto correteando por el bosque.

—Eso no importa. No te tienes que preocupar del por qué no me has visto. Tienes que preocuparte de los cazadores que han llegado, por lo determinados que están en acabar con lo que ellos llaman "la última manada".

—¿Y cómo sabes tú?—Preguntó Evan y los sentí a todos mirándome.

—Es lo que escuché de casualidad antes de que André casi me atropellara. Quieren hacerlo pronto, antes de que todos huyan.

—Yo no voy a huir. Estas son las tierras que me pertenecen por derecho. No nos vamos a pasar la vida huyendo y esperando un futuro mejor. Por eso necesito saber si puedo contar contigo—Evan me miró fijo y estoy segura que todos en la habitación estaban aguantando la respiración mientras esperaban mi respuesta.

—Sí Evan Devries. Puedes contar conmigo.

Hunt meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora