Me quedé a dormir con ellos en esa casa perdida entre el bosque y ninguno me negó un sitio, o se mostró hostil conmigo. Yo me imaginaba que serían mucho más territoriales y que no me darían las confianzas. Al menos no después del recibimiento que me había dado Evan.
Ellos eran como un montón de piezas de distintos rompecabezas y encajaban, pero era la singularidad de cada uno lo que los hacía especiales a todos. No me sentí fuera de lugar con ellos, porque estaban rotos a su manera y cada uno llevaba sobre los hombros el peso que les había dejado el pasado.
Eran una manada extraña y gentil. Me sentí aceptada. Quizás porque la vida se había encargado de mostrarle a cada uno lo que podía ser estar solo en el mundo y lo bien que se siente una mano amiga cuando te la tienden sin pedir nada a cambio.
Pero esa misma muestra de humanidad y benevolencia me hace sentir como un monstruo también. Mi abuela por años me enseñó todo lo malos que podían ser los hombres lobo pero nunca me enseñó cosas buenas.
Yo tampoco recordaba detalles de mi familia, al menos no de tradiciones lupinas ni historias infantiles. Era duro esperar por toda la manada cada vez que había temporadas de cambio y me dejaban con alguien de confianza o con amigos.
¿Cómo pude vivir tanto tiempo traicionando a mi especie?
***
Amy vino acercándose a mí con timidez y luego me sonrió.—Hola soy Amy, ¡no sabes lo feliz que estoy de que estés aquí! ¡Al fin una chica con nosotros!—Yo solo sonreí de vuelta—Te mostraría los alrededores pero Evan dice que salir de noche es peligroso por ahora y que ha encontrado algunas trampas en el bosque.
—No te preocupes, está peligroso. Hay muchos cazadores dando vueltas—Dije yo y la verdad es que ellos no sabían que tenían uno dentro de la casa.
—¿Puedo trenzarte el cabello?—Me preguntó ella con timidez. Yo toqué mi cabello inconscientemente y estaba lleno de frizz y despeinado.
—Vale—Dije yo, más por darle en el gusto que por propio interés. Mi cabello me daba igual pero me senté en el suelo mientras Amy se sentaba en el sofá para comenzar a cepillar mi cabello y a parlotear sin parar. Me recordaba un poco a Kath Schrider de seguro si se conocieran serian buenas amigas.
Sentía sus cálidos y finos dedos tomando mechones de pelo y cepillándolos con delicadeza antes de tomarlos e ir haciendo un complicado entramado. Me hacía sentir extraña. Nunca antes me habían peinado, al menos no que yo recordara.
Al cabo de unos minutos Amy sonrió satisfecha y me prestó un espejo para observar el resultado.
Había hecho una trenza muy bonita despejando mi rostro y dejando a la vista mis ojos azules. Por el espejo pude ver a Evan y cuando le descubrí mirándome no desvió la mirada como cabe de esperar. La mantuvo desafiándome y luego frunció el ceño. ¿Qué tenía contra mí?
—¿Puedes hacerme una?—Preguntó Amy y yo asentí aunque la verdad no tenía ni idea de cómo hacer una trenza como aquella. Dejé de mirar a Evan para darle toda mi atención a Amy y su trenza.
La que no salió nada bien.
***
Evan estaba repasando todos los detalles mientras todos le observábamos. Estaba comunicándoles a todos que eran más cazadores de los esperados pero que si no actuábamos pronto... no tendríamos oportunidad.
Yo lo miraba todavía sin creer que estuviera con ellos y lo que estaba a punto de hacer.
André iría solo. El iría al pueblo y luego al oeste porque una familia de cazadores se había establecido por ahí.
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Hunt me
Werewolf-No confíes en nadie-Una voz en mi cabeza grita que jamás debo mostrar debilidad. Jamás cierres los ojos. Jamás dejes de vigilar.