EPÍLOGO

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PRESAGE

EPILOGO

Habian pasado exactamente tres semanas después de la guerra, el mundo se recuperaba de a poco. Sin embargo los estragos se encontraban ahí. Ninguno había retomado su vida, ninguno se había esforzado más allá de lo necesario. Se respiraba una extraña paz que incluso llegaba a ser atemorizante. Todos se repetían que debía ser parte de haber vivido lo que pasó, haber visto todo eso y se mantenían engañados bajo esa irónica mentira.

Ambas habían decidido intentar comenzar. Con Red en el hospital, sentían la responsabilidad de cumplir con sus promesas, qué, sin haber sido dichas explícitamente era parte de sus vidas. El avión aterrizó justamente a las once y treinta y cinco de la mañana, ninguna había cruzado más allá de un cariñoso saludo desde la tarde anterior cuando se cruzaron en el aeropuerto. Había mucho que decir pero no encontraban palabras para expresarlo y aunque las tuvieran, había recuerdos que les impedía hablar de ella sin que el nudo en la garganta apareciera.

Australia no parecía nada extraordinario ahora, caminaban una al lado de la otra hasta tomar el taxi que las dejará en el hotel. Tomaron una ducha por turnos y se prepararon para salir. Timothy, quien había regresado a Venecia hacia un par de días les había enviado la dirección. Una vez listas tomaron de nuevo un auto que las llevo justo a las casas gemelas en un enorme vecindario de los suburbios. Los jardines se encontraban, a diferencia del resto unidos, césped brillante, arbustos enormes y flores por todo el rededor. La castaña empezó a removerse nerviosa cuando ambas estuvieron fuera del auto.

-¿y si no me creen...? -soltó por fin en casi doce horas.

-muéstrales las fotos. -le sonrió la ojiámbar.

-dirán que es un montaje. -mordió su labio.

-hazles un truco. -sonrió de lado. -y luego pídeles que te dejen quitarles el hechizo.

-¿pero y si no quieren dejarme hacerlo? -miro a la otra chica con los ojos llorosos.

-debes intentarlo por Red.

-ven conmigo. -insistió la castaña.

-te ayudaré a quitarles el hechizo pero no puedo hablar con ellos, jamás me vieron antes y puede atemorizarles que seamos dos... -le sonrió un poco divertida, la castaña soltó una risita y al apretar sus ojos una lágrima cayó por su mejilla, pero la limpió rápidamente.

-de acuerdo. -sonrió divertida. -por Red. -la ojiámbar miró a su amiga atravesar la verja del jardín hasta la entrada y tocar el timbre.

-por Red. -suspiró la chica al ver que la puerta se abría.

-¿haz dicho Red? -un pequeño de unos ocho años la miraba expectante con unos ojos azules que le recordaban por quien hacían todo eso. Ella se giro y se sentó en la acera sin prestarle atención. -¡contesta! -el tono del niño era desesperado.

-¿por qué quieres saberlo? -lo miró con una ceja arqueada.

-¡porque ellos creen que estoy loco! -sus ojos empezaron a lagrimear. -¡sé que ella es real, no mi amiga imaginaria! -ella dudó un instante antes de contestar. Red había mencionado que había sido difícil con su hermano menor. Contuvo el aire y lo soltó despacio.

-¿Jaden? -salio de su boca, el niño abrió los ojos de golpe y secó las lágrimas de sus mejillas rápidamente.

-¿cómo.... Cómo sabes mi nombre? -dudó.

Presage (Haunted II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora