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El día siguiente Fernando me llevó a casa, para el poco tiempo que nos conocemos les di mi confianza. Por lo general desconfío mucho, no quiero ser lastimada... Pero necesitaba desahogarme y ahí estaban ellos, me aconsejaron y me ayudaron a abrir los ojos y salir de esa burbuja que segaba mis pensamientos.

Estaba por abrir la puerta del apartamento y volver a la realidad.

- ¡Emilia!- Ricardo me sorprendió al salir de su apartamento haciendo que yo diera un pequeño brinco- ¿Dónde estabas metida?

- bajo una roca- sonreí, el devolvió el gesto.

- pues ya era hora de que salieras de debajo de esa roca- me señaló- Aún me debes una cita, me has dejado plantado ya dos veces- con algo de rabia en su mirar termino de salir de su apartamento.

- L-lo siento...- vamos, no era mi culpa despertar en otro país. Pero yo no le debía explicaciones- otro día tal ves...- sonreí ligeramente.

Aunque salir con él no era precisamente la mejor idea, la última vez hizo una especie de intento de secuestro, suele comportarse como un obsesivo controlador y ¡vamos! Aún no me creo que de la noche a la mañana le comencé a gustar como por arte de magia.

- otro día será...- mantuvo su mirada con la mía momentáneamente para luego dirigirla al ascensor- bueno, se me hace tarde. Hasta luego. - y se retiró con indiferencia.

Suspiré ¿ Nicolás estará adentro? Solo hay una manera de averiguarlo.

Decidida entre a mi apartamento donde salió animosamente mi bella BQ a lamerme mientras agitaba su cola. Camine hasta llegar a la cocina en donde sorprendentemente no había nadie, continúe y no escuche ni el más mínimo ruido al pasar por la habitaciones. Para ser las ocho de la mañana esperaba que se encontraran aquí o a menos que estén dormidos. Cuidadosamente entre a la habitación de Nico, en donde él se encontraba profundamente dormido, se veía tan tierno... Odio el hecho de que alguien como él me guste, porque más que gustar, creo que me enamore. Nunca creí que me enamoraría de él, me repetí que no lo haría pero ¿cómo no hacerlo? Tiene todo lo que me gusta, es perfecto aún con sus defectos. Y duele demasiado que él no me pueda ver de la misma manera en que yo lo veo.

-E-Emilia, ¿dónde estabas? - se había despertado mientras yo me hallaba perdida en mis pensamientos, cosa que ya se me hacía costumbre.

- Y-yo yo- no encontré palabras, no podía articular palabra. Con desesperación mire el suelo, no podía mirarlo.

- No vuelvas a hacer eso- estaba a centímetros de mi ¿en qué momento se levanto de la cama?

- L-lo lamentó.

- me tenías preocupado- me abrazo- si te ocurriera algo no me lo perdonaría- simplemente me encontraba Estatica, sin poder corresponder su abrazo,empujarlo, o pronunciar la más mínima palabra.- no llamaste, no escribiste, no llegaste. Te llamé pero no contestaste.

Cada palabra que salía de su boca era como tomar un cuchillo y clavarlo en mi espalda. Me dolía, pero de cierta forma me gustaba que se preocupara por mi, si le importo.

- lo siento ¿Si?- no era necesario explicar en donde estaba ni el porque.

- ¿es todo lo que dirás?

- sólo diré que necesitaba despejar mi mente, y tenía el celular apagado.

Salí de la habitación para ir a la sala a recostarme en un mueble.

Un cliché másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora