"Te necesito"

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Vi como la mañana se acercaba con cuidado para no golpearme tan de frente. Un día más para preguntarme si todo lo que había escuchado hasta ese momento había sido verdad o una mentira cruel fríamente calculada para hacer nos llorar como a toda la multitud. Ya no sabía como sentirme, ya no sabía como traer a mis oídos sus dulces palabras, me era imposible continuar con una respiración tranquila cuando en realidad deseaba salir corriendo en busca de su recuerdo.

Ir al colegio en esos días se había vuelto un rutina  con la suficiente importancia para ser llevada a cabo. Hasta ahora había logrado un reporte en cada materia con excepción de deportes, mis faltas se había acumulado al punto de hacerme perder mi puesto en el equipo de gimnasia, pero ya no había razón para competir en realidad, sino estaba él entonces los aplausos e incluso los abucheos perderían su completo sentido. Cada profesor había hablado conmigo intentando despertar a mi razón, argumentando sobre mi futuro como si este de verdad existiera. 

Habían llamado a mi apoderado, y de todas esas veces nadie había podido atender las llamadas, yo ya no tenía un apoderado, ya no tenía un padre, ya no tenía la fuerza suficiente de salir al exterior. 

-Paris -toco de nuevo a mi puerta-. Es hora de irnos cariño, no querrás llegar tarde. 

De hecho ya ni siquiera deseaba llegar. Esa no era mi casa, esa no era mi habitación, no había un lugar en el mundo para mí. 

No respondí camine vacilante de la ventana a la puerta de la habitación. 

La mirada preocupada de mi tía se ocupó de traerme al presente con una advertencia sobre el interrogatorio de cada día, desde mi llegada a ese lugar todas las caras conocidas hacían la misma pregunta "¿Cómo estas? ", no tenía una respuesta concreta, ni yo misma lograba saber como estaba en esos momentos, si la tristeza era más grande que la rabia, el dolor o la desesperación. 

-Podríamos evitar salir corriendo si regresáramos a casa -espeté sin caer en cuenta de como tomaría esas palabras. 

-Vamos, tus hermanos te están esperando. 

Bajar las escaleras no me hacía tanta ilusión como antes, no encontraría el abrazo de Michael Jackson esperando por levantarme entre los aires. No encontraría el sillón con la mancha de pintura en el respaldo de un año y unas semanas atrás, no vería el piso con un ligero rayón a causa de nuestra ultima manualidad, no estaría cubriendo su cara con el periódico dominical, no se sentaría en la parte trasera de la camioneta con nosotros, tampoco preguntaría por nuestras notas de camino al colegio y mucho menos iba a despedirnos con beso en la frente deseándonos suerte. 

-Vamos a llegar tarde nuevo -la indiferencia de Prince se volvió algo normal. 

-No quiero ir a la escuela -susurro Blanket-, me duele el estomago.

Mi tía volteo para atenderlo arrodillándose frente a él. 

- ¿Lo dices en serio? 

Asintió con los ojos llorosos. 

No era normal llegar tarde al colegio, papá podría ser impuntual en otros asuntos con importancia menor, pero nunca nos dejaría faltar al colegio y mucho menos llegar tarde, a ese paso todos perderíamos el año.

-Señor Turner, ¿puede llevar a Prince y Paris a la escuela por favor? 

No escuche su respuesta, pero al notar los pasos apresurados de mi hermano intente alcanzarlo trastabillando. Una vez en el auto me perdí en una infinidad de recuerdos. Mi padre sin duda era un hombre especial, tranquilo, distraído, soñador, pero no con la fuerza suficiente para continuar respirando. Faltaba escasamente un mes para completar el primer año de supervivencia, sin embargo continuaba recordando como recibí la noticia, como las palabras resbalaron de entre mis ojos llegando hasta la comisura de mis labios anunciando la llegada de lágrimas incesantes, yo le había escrito una carta esa noche, le pedía acunarme entre sus brazos luego de arroparme, por eso cuando su teléfono sonó me atrevía a soñar con escuchar su voz al otro lado disculpándose por llegar tarde a casa, estaba muy equivocada al esperar percibir su voz una vez más.

-No llores por favor -la voz fría de mi acompañante me obligo a salir de mi mente-, esto también me duele, pero ya no pienso llorar. Ahora soy la cabeza de la familia. 

-... somos niños, no puedes ser la cabeza de la familia. 

-En fin, esto tampoco es una familia . 

Llegamos a nuestro destino. 

-Gracias señor Turner -dijo al bajar del carro. 

-Gracias señor Turner -imite su acción. 

Al entrar por las puertas de cristal ya acostumbradas note el vació de los pasillos, no deseaba estar en la clase de matemáticas, tampoco la de literatura, no quería volver al gimnasio para deportes, el taller de apreciación musical no era atractivo así como la clase de ciencias. 

Atravesé el pasillo, pase todas las aulas, pero mis ganas de entrar a alguna brillaban por su ausencia. Termino la primera clase, nadie se acerco, mis ojos se mantenían fijos en la puerta de salida. El aire se me estaba escapando de los pulmones. Camine sin prisa hasta llegar una vez más a la puerta nadie salía por ahí, nadie se fugaba de la escuela, yo me estaba ahogando estaba asfixiándome temía terminar muerta sino cruzaba esa puerta de una vez por todas. 

Lo hice, salte al exterior sin llamar la atención de nadie, una vez segura de eso comencé a caminar con una sola dirección en la cabeza. 

Casa. 

No importaba nada, no importaba nadie porque mis ruegos eran ignorados por todos, necesitaba volver al lugar de donde nunca debí haber salido, si nadie iba a escucharme entonces buscaría la manera de encontrar paz por mi propia cuenta, mi madre era un ser inexistente, mi tía no podía prestar atención, ni mi abuela y tampoco mis hermanos, esa mujer de ojos verdes llevaba tiempo hablando de asuntos interminables por resolver antes de volar a Los Ángeles sin ningún problema. Estaba llorando, gritando, lazando patadas al aire sin lograr hacer voltear la mirada a nadie. 

No podía más, su recuerdo no era suficiente, necesitaba sentir su presencia de nuevo iluminando mi existir, lo necesitaba a él. 

Me detuve frente a el enorme portón negro, saque las llaves de mi mochila y al encontrarme dentro fui directamente al jardín, me postre frente al árbol más grande y frondoso. 

-Te necesito de vuelta -susurre antes de ver al sol apagarse.

Hasta SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora