"De regreso a Los Ángeles"

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Habían pasado un par de semanas desde que Paris comenzó a hablar conmigo. Casi cada noche enviaba un mensaje o me sorprendía con una llamada, algunos días se sentía más animada, otros en cambio lloraba desde el otro lado del mundo en la bocina del teléfono, siempre haciendo la misma petición, "Ven a Los Ángeles". Me sentía culpable al no ir para atender su llamado, pero no todo era tan simple como tomar un avión, L apenas había dejado el tema a un lado, sería la peor esposa si pedía volver al lugar de nuestros recuerdos.

– ¿Cariño? –me abrazo por la espalda.

–Hola –le dedique una sonrisa.

– ¿Preparando la cena?

–Algo así, encontré un libro de recetas en el armario, de pronto me nació la idea de hacer un par de experimentos –le lance un guiño.

– ¿En el armario? –murmuró extrañado.

–Sí, puede llamarse error de mudanza.

–Claro –fingió sonreír–. Iré a ver a las niñas.

Salió de la cocina. Tenía razón al no creerme, ese libro estaba ahí a causa del dueño de nuestras peleas... Michael, fue una adquisición a meses antes de nuestra boda. De vez en cuando le gustaba cocinar junto a mí, hacer experimentos culinarios era un buen pasatiempo.

Sobre llevar el dolor no lo hacía menor, aún se llenaban mis ojos de lágrimas, aún escuchaba su voz llamándome entre sueños... y sin duda alguna lo extrañaba cada día más.

La sopa estaba lista. El olor inundo mis sentidos con un aire de melancolía, deseaba detener el tiempo a mitad de la marcha para correr  en reversa, volvería al tiempo en dónde no sabía cuanto iba a faltarme esa felicidad. Prepare la isla de la mesa con un mensaje intacto entre los platos. 

Perdóname

En la cena ninguno hizo el mínimo esfuerzo por hablar, me alegraba tener a las niñas en la edad predilecta para dormir y comer, apenas podrían notar su alrededor, era bueno no estar al tanto de la peleas recurrentes entre nosotros. 

El teléfono sacudió la monotonía llamando nuestra atención al otro lado de la cocina, me gire sobre el banco antes de dar un salto al suelo. La curiosidad envolvió nuestro aire. 

- ¿Esperabas alguna llamada? -pregunto él. 

-No en realidad. ¿Tú? 

No me hizo falta escuchar su respuesta con poner el auricular en mi oído la pregunta se desvaneció. 

- ¿Lisa? -la voz llorosa de la señora Katherine me llamo. 

-Sí, soy yo. 

-Hola, debes estar desconcertada por recibir esta llamada pero... necesitamos tu ayuda. 

-¿Mi ayuda? 

La sirena de alarma despertó en mi interior, algo había pasado, algo con los niños... Paris. 

-Sí, ¿Paris ha hablado contigo recientemente?  

-Hace un par de noches, ayer me envió unos cuantos mensajes ¿Sucede algo? 

Guardo silencio por minutos horriblemente infernales, mi garganta se seco advirtiendo sobre el nudo en ella, mantenía los ojos fijos en lo alto de la pared localizando pronto el reloj. 

-Paris desapareció -quien hablaba esta vez era Janet. 

Una bocanada de aire ahogo mis pulmones junto a esa palabras, mis corazonadas no estaban erradas ella estaba perdida, lejos de casa, lejos de su familia en cualquier lugar del mundo, el vació de mi pecho doblo su tamaño de solo pensar en que alguien pudiese hacerle daño. 

Hasta SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora