"Insomnio"

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La noche se convirtió pronto en una madrugada llena de ansias, no podía dejar de mirar la puerta con el anhelo de escuchar a Lisa entrando a la habitación. Jamás creí poder llegar tan lejos con ella, al punto de hacerla tomar un vuelo de 10 horas junto a sus hijas para obligarla a salvarme, quizá esa no había sido una buena solución. Al final ella estaba ahí, a un par de puertas a la izquierda, podría dejar la cama e ir a su encuentro, probablemente sus hijas aún estaban despiertas, tenía una esperanza vaga de poder hablar con ella antes de dormir y era probable no ir al colegio mañana... de nuevo. Esa situación estaba a punto de ser intolerable, no estaba bien perder el año, pero no podía hacer nada para impedirlo, mis ganas de continuar con todas esas actividades, con buenas calificaciones, me abandonaron al primer intento.

Extrañaba nuestros desayunos, nuestras risas, los juegos e incluso ir a dormir luego de verlo llegar, me dolía pensar en cuantas veces pude quedarme en su compañía y preferí hacer cosas diferentes. Ahora me lamentaba por no haber estado acostada sobre su regazo más tiempo, necesitaba sus brazos para mi consuelo.

¿Ella se sentiría igual? -me pregunte con un ligero aire curioso.

Había llamado muchas veces, nunca me atreví a contestar pero ella parecía sufrir como yo, siempre decía cosas como 'lo siento', 'te extraño', 'hasta siempre', no sabía porque una mujer extraña llamaba al teléfono de mi padre casi cada noche susurrando la tristeza de haberlo perdido, nosotros normalmente no conocíamos a las mujeres con quienes salía papá y luego de todo mi madre se había ido, no recordaba cuando la vi por última vez, no recordaba como era su voz o si alguna vez realmente la escuche hablar. Apareció luego de mucho tiempo para pasar tiempo con Prince y conmigo, luego se fue de nuevo, la extrañaba, me hacía mucha falta, eso era algo que obviamente no solía notar.

La puerta se abrió lento, mi hermano apareció al pie de la cama con los ojos llorosos. Me incorporé de golpe, la cabeza me dio vueltas por un segundo atravesé la cama de rodillas, una vez frente a él nos abrazamos, fuerte, cerrando los ojos como si el alma fuese a abandonarnos el cuerpo. Esos eramos nosotros, siempre juntos, siempre unidos, como papá no había enseñado, siempre repetía la importancia de amarnos, comprendernos y brindarnos ayuda mutuamente.

-Por favor nunca hagas eso de nuevo -hablo con la voz quebrada-, tenía mucho miedo. Lamento haberlo dicho cosas horribles, lamento estar ausente... nosotros siempre seremos una familia, siempre juntos.

-Siempre juntos -repitió Blanket uniéndose a nuestro abrazo.

-Siempre -refute.

Si el mundo pretendía mostrarnos el dolor antes de sus maravillas entonces estaríamos listos para enfrentarlas los tres juntos, mano con mano, nadie nunca iba a lograr separarnos, éramos una fortaleza en crecimiento.

-Vamos a cuidarte mejor, ¿cierto Prince? -él también estaba llorando-. Por favor no te vayas de nuevo.

-Nunca -les asegure.

Antes de huir no me detuve a pensar si ellos entenderían la razón, corrí para salvarme sin tomar en consideración la importancia de su dolor.

- ¿En dónde estuviste? -pregunto mi hermano menor.

-En casa.

Me tire en el jardín para oler césped húmedo, entre a mi habitación acompañada del abrigo de mi padre, me abrace sobre el suelo antes de comenzar a llorar.

- ¿Aún están ahí nuestras cosas? -Prince ladeó la cabeza.

-Sí, todo está en su lugar.

- ¿También la habitación de papá? -el pequeño recargo su cabeza sobre mi regazo.

No había tenido el valor de abrir esa puerta, temía ver su cama y no encontrarlo ahí, no quería guardar esa imagen de su habitación vacía, deseaba tener la imagen nítida de su cuerpo en medio de las sabanas esperando a ser despertado por nosotros.

-Sí -le mentí-, esta idéntico.

- ¿Puedes contarme un cuento para dormir? -pidió con una sonrisa.

-Claro.

- ¿Puedo dormir contigo también?

No siempre era posible negarle sus peticiones, sus ojos centelleantes acompañados de su rostro lleno de ternura eran una combinación letal.

-Claro.

No había podido dormir bien desde un par de meses atrás, si dormía a la hora indicada despertaba muy temprano, si dormía tarde tenía sueño todo el día.

Se acomodó sobre el extremo derecho de la cama, le hable sobre Alicia en el país de las maravillas, sus aventuras con el gato de gran sonrisa, el sombrerero y la hora del té, se quedo dormido antes de poder terminar el cuento.

-Debería ir a dormir.

- ¿Iremos mañana al colegio? -le pregunte a mi hermano mayor.

-No lo sé, no sé nada y me molesta no tener el control. Quiero volver a casa tanto como tú, extraño mi cama, mi habitación, todo -se talló los ojos-. No he podido dormir bien desdé hace tiempo, me siento como en un laberinto y -se quedo callado unos segundos-... extraño a papá -admitió.

Prince no era bueno con los sentimientos, a menudo se escondía entre indiferencia o un inexpresivo rostro. Solía dejar a las personas pasar por encima de él, los miraba como espécimenes extraños o miraba al suelo cuando lo molestaban, pero un par de meses luego de la muerte de papá golpeó a un chico de su clase ganando una suspensión de tres días. Todos estábamos cambiando, y a veces el cambio no era del todo bueno.

-Tampoco he podido dormir bien... y lo extraño todos los días un poco más.

Se sentó de nuevo a mi lado llevando mi cabeza a su regazo.

-Ahora necesitamos buscar la manera de continuar.

- ¿Hablas de olvidarlo? -arrugue el entrecejo molesta.
-No, no, no quiero olvidarlo nunca -bramó-, me refiero a reconciliarnos con con su recuerdo, ir de la mano con él.

-Cuando estuve en casa busque la mancha del sillón, pensé en como nos divertimos ese día, el siguiente y el siguiente, me gustaría ir a visitarlo.

- ¿Visitarlo?

-Sí, el día del funeral Lisa se quedo al último hablando con él, quiero hablarle, sentirlo cerca de nuevo.

-Es una buena idea -argumento acariciando mi cabello.

-Ahora debemos convencer a la abuela.

-Espero no sea difícil -se burlo.

Lo mire directo a los ojos, él se sentía solo, como Bigi o como yo.

- ¿Te quedas a dormir con nosotros?

Asintió.

Hasta SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora