Capítulo 2

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      Magnus se levantó tarde esa mañana con el sonido de su celular, a
duras penas y con una gran jaqueca después de tanto cócteles y quien
sabe que más de la noche anterior con sus últimos clientes, algo presuntuosos pero no pudo negar la oferta cuando le ofrecieron una gran paga para realizarlo ya que para el gran brujo de Brooklyn no habría problema, al menos eso creía.

      Buscó entre las sábanas y el tocador hasta que agarró el enfadoso celular.

      –Alexander –trato de no sonar que se había levantado apenas, Alec hablaba con mucha tranquilidad. Amaba eso de él, y muchas cosas más. Mencionó algo de un trabajo pero no podía recordar bien de que trataba o que había pasado exactamente viendo alrededor mientras caminaba por su habitación y luego el desastre del resto del departamento. Cosa que hizo querer mudarse a otro lugar, las palabras no salían muy bien. Menos cuando vio el libro blanco fuera de lugar. Al final tuvo que despedirse de Alec pero quería oírlo decir que lo amaba aunque lo sabía, sólo escucho un Izzy sorprendido y luego colgó.

      Todo un desastre total, con un pequeño movimiento con llamas
azules apareció un café grande en su mano. Ahora ya acostumbrado a
Alec y a su café casero esto no pareció ser mucho de su agrado, se dejó caer en un
pequeño espacio del sillón tratando de acomodar su memoria. Tenía tanto tiempo que no trasnochaba en alcohol. Se alegró de la magia para poder limpiar, luego se dejó caer hacia un lado estirando las piernas.

      –Alexander Gideon Ligthwood –dio un suspiro cerrando sus ojos para visualizar a su más grande amor de todos los siglos. Sin darse cuenta se encontraba con una sonrisa tonta en su rostro.

      Si tan sólo le hubiera puesto más atención el día anterior habría notado de lo desagradable de este nuevo encargo y lo tanto que el ruido de los clientes estaba molestando a Alec, cuando le dijo que iría al instituto en realidad solo fingió escucharlo mientras estaba absorbido en el hechizo con sus clientes ya tomando cócteles atrás de él hablando entre sí. Sólo levantó una mano, al rato nos vemos, ese rato se convirtió en una eternidad.

      Había dejado un mensaje a Luis, su cliente recién llegado desde Francia. A estas alturas ya estaba cuestionándose si realmente valía la pena este trabajo con sapos toros gigantes demoníacos. ¿Para que los quería realmente? Es asqueroso como cualquier demonio babeando. Se levantó para darse una ducha. Quería terminar lo más pronto posible con esto. Aunque a la luz del día sería muy difícil.

 Aunque a la luz del día sería muy difícil

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      Envuelto en una bata de seda negro y una toalla en su cabeza fue a recoger el libro. Revisando con cuidado que todo estuviera bien, su caja de plata. No parece que nada falte. Estaba viendo el mensaje en su celular cuando Izzy le marcó.

      –¿Está todo bien? Bien, me alegro. ¿A un picnic? –a Izzy le encanta hablar pero al parecer hoy tenía algo de prisa, en realidad no esperaba una respuesta solo estaba avisándole.

Fic Malec IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora