III

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La carta estaba casi terminada y se le ocurrió leerla en voz alta para ver si estaba quedando como ella lo quería, en ese momento entró su padrastro y antes de que ella pudiera reaccionar, la golpeo en la cabeza dejándola inconsciente; se sintió traicionado pues pensaba que ella era de su posesión, que era suya y de nadie más. La veía como un objeto, y como todo objeto debe tener un dueño, él se autonombro el suyo desde que empezó a vivir con la madre de ella. La consideraba una muñeca de porcelana, delicada y que no debía estar expuesta a malos tratos; claro que él sólo consideraba malos tratos a los que le daban todos menos él, así la golpeara y reprendiera fuertemente. Él decía que eso era amor…

La Bella Y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora