Una perdida más

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La sostenía en brazos al igual que una niña pequeña, ella había sido siempre la hija consentida, la favorita, aunque en realidad eso nunca le había importado por que para él ella también era su favorita, su pequeña princesa, entre ellos solo había 5 años de diferencia y esos eran suficientes como para que él se sintiera con el deber y el privilegio de poder cuidarla y protegerla de todos

-Tanto te a afectado la partida de papá?- susurro para si mismo, mientras tenía la mirada fija en ella y acariciaba su mejilla.

No era la primera vez que la consolaba en brazos asta que quedará dormida, aquella siempre había sido una niña muy alegre y de gran corazón, aparentaba ser fuerte pero él sabía que era la chica más tierna y sensible del mundo, dado que esta vez se encontraban en su habitación con un gran cuidado para no despertarla la colocó dentro de su cama, esa noche durmieron juntos.

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Habían pasado dos días ya desde que vio a su padre, curiosamente habían sido los días más tranquilos en mucho tiempo, su madre no había estado en casa y su hermano se la había pasado encerrado por completo en su habitación, no le parecía extraño ya que él siempre lo hacía, le encantaba estudiar por horas y horas, al igual que su hermano ella se encerró en su habitación a hacer lo que cada fin de semana, recostarse en su cama a escuchar música, aquellas voces que tanto amaba y las cuales la impulsaban a llegar un poco más alto, no supo exactamente en que momento se quedó dormida pero ahora aquel sueño era turbado por un par de voces que provenían de su sala.

- ¡Ya basta mamá! No puedes seguir así- Abrió un poco la puerta para poder espiar de que se trataba - no es justo ni para ti, ni para nosotros

-Si tu tampoco estás conforme conmigo puedes largarte también!! - tenía a su madre de frente y ella enserio se veía mal, traía un vestido muy corto y escotado además de marcas muy notorias en el cuello-

-No puedo creer lo que dices, pero sabes que, estoy arto de vivir con una loca cualquiera como tu!!- el rostro de Daniel fue impactado por una fuerte bofetada por parte de su madre, por instinto Nicole cerró fuertemente los ojos como si el golpe hubiera sido recibido por ella.

-!Largarte! No quiero volver a verte, maldito el día en que acepte criarte como tu madre - Los ojos de aquel chico se abrieron al igual que un plato y las palabras se le fueron por completo, él lo sabía pues tenía apenas cuatro años cuando llegó junto con su padre a aquella casa, su madre murió al dar a luz así que tampoco había recibido aquel amor maternal que todo niño necesita a esa edad, ese amor que conoció solo hasta que aquella mujer llegó a su vida, su madre, aquella que ahora le echaba en cara todo aquello.

No lograba comprender lo que estába pasando ahí afuera, miraba atentamente como su hermano permanecía quieto con los puños fuertemente cerrados y sin decir ni una sola palabra, era cierto todo aquello? Su hermano en verdad no era su hermano? O es que su madre estaba ya demasiado ebria que no sabía lo que decía?. Su madre seguía llorando y gritandole que se fuera mientras que golpeaba en el pecho a su hermano, él intento abrazarla pero fue rechazado por más gritós y golpes.

-Da-daniel...- susurro para si misma, mordió su labio por la impotencia que sentía al no poder defender a su hermano, él siempre la había cuidado y defendido, pero; tenía miedo, miedo a que su madre volviera a desquitarse con ella, ahora él era prácticamente la única persona importante que le quedaba así que se armó de valor y sin importarle su madre está salio aún que un poco temerosa - Daniel...- pronunció está vez con una voz más audible pero totalmente ignorada pues él entró con gran rapidez a su habitación, en menos de cinco minutos se encontraba de nuevo afuera con una gran maleta en las manos acto que impresionó bastante a Nicole. Sin decir nada ni siquiera mirarla paso por un lado de ella directo a la puerta
-¿Ya...ya tenías pensado irte?- un nudo formado en su garganta le impidió seguir hablando.

Vendí Mi Alma Por Tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora