Photograph.

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Photograph.- Ed Sheeran.

El amor puede doler, oh si, muchas veces duele, pero aveces es lo único que conocemos, y ellos lo conocían.  ¡Vaya, si que lo conocían!

Ellos conocían el amor, ellos sabían que muchas veces amar dolía, lo sabían, lo sabían demás...

Ella sufría, ella estaba rota, o pensaba estarlo. Ella estaba desilusionada, había sufrido de nuevo la experiencia vacía de un engaño, no creía poder ser feliz de nuevo, no creía que fuera a encontrar a alguien que borre las cicatrices que un idiota sin sentimientos dejó.

Él no conocía el amor, o lo conocía, pero no conocía la correspondencia. Él se encontraba devastado, desecho, la chica a la que había amado se estaba casando, sus ilusiones y esperanzas de que alguna vez pudieran estar juntos, se vieron en el olvido, no fueron más que unas tontas ilusiones de un idiota enamorado. Él creía que el amor no era para él, no tenia esperanzas de encontrar a alguien que le correspondiera, él pensaba que jamás podría depositar su amor en nadie.

Ambos se equivocaban, no tenían idea de lo que el destino tenía preparado para ellos.

Una tarde de abril ella tomó su bicicleta, quería olvidarse de todo lo que la lastimaba, aunque fuera por un misero instante, quería sentir que sus penas ya no pesaban, que su agonía no era más que una basta exageración de su subconsciente, quería sentirse libre del dolor, por eso condujo, condujo sin rumbo bajo la luz del sol nublado.

Él decidió correr, él quería quitarse de encima toda la adrenalina, rabia, rencor, desánimo, tristeza y pesar que contenía dentro. Avanzaba por las anchas calles de una diminuta ciudad, corría de prisa, arrancándose cada peso que llevaba encima, corría tan absorto en sus pensamientos que no vio a la chica que se aproximaba en bicicleta.

Ella no pudo contener el gritó que salió de su garganta, gritó con todas sus fuerzas a aquel imbécil que se atravesaba en su camino, el chico estaba tan concentrado en la música que emanaba su reproductor que no advirtió a la chica hasta que la tuvo encima.

Chocaron.

Y fue en ese momento que sus vidas cambiaron, fue en ese momento en el que ambos se encontraron, fue en ese instante cuando sus miradas se cruzaron, cuando ella se sonrojó bajo los cálidos ojos café de aquel chico.

Las manos torpes de él querían sacarse de encima a esa chica, esa chica con una dulce y esmeralda mirada que lo observaba con culpa reflejada en sus ojos. Ella se levantó de encima de él, tiró de su bicicleta, la dejó a un lado de la acera y le tendió la mano a aquel extraño.

Charlaron, y quedaron en verse al día siguiente, y al siguiente, y así fueron creando un lazo, una amistad.

Esas charlas que aliviaban sus almas y las mantenían vivas fueron generando sentimientos el uno por el otro. El tiempo pasaba y comenzaron a ser mas que simples amigos, el amor que se tenían era inmenso, y de a poco las heridas empezaron a sanar, ambos fueron remedio del otro.

Cada vez que ellos se veían se tomaban fotografías juntos. El primer beso, las noches de cine, la primer cena, su propuesta de matrimonio, todos esos recuerdos quedaron vivos en fotografías.

El amor verdadero y puro permite que el alma pueda contemplar lo ideal y eterno. El amor es el instinto de vida, y de destrucción, pero, el amor puede aliviar el alma, el amor te hace sentir vivo, y fue lo que ellos descubrieron, fue lo que los mantuvo a salvo.

Aún recuerdan juntos esos bellos momentos mirando las fotografías, recuerdos que se mantienen congelados en el papel y vivos en su memoria. Ella sabe que jamás estará sola si conserva esas fotos, y él está seguro que jamás la abandonará mientras esté con vida.

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