I.I

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   Pasaban las semanas y los meses y a Tali y Garu se les veía cada vez más enamorados. Hasta ese día. Yo lo presencié todo. Los celos de Tali se cargaron esa relación y, por consiguiente, la del grupo. Ella y yo estábamos hablando sentadas en el banco de la fuente del parque. ¿Sobre qué? Garu.

-Oye, Uuderj - me dijo con tono serio - .

-¿Qué pasa? - respondí preocupada.

-Pues verás... resulta que ayer vi a Garu hablando con la chica esa morena de ojos marrones que tiene un piercing rosa en el ombligo - me comunica y asiento - . No sé de qué hablaban ni nada, pero al terminar esa conversación tan divertida que parecían mantener, se abrazaron. Creo que me engaña con ella.

-Garu no sería capaz de hacerte eso.

-¡Sí lo es! ¡Lo está haciendo ahora!

-Seguro que son imaginaciones tuyas.

-Sé lo que vi: estoy segura de lo que vi.

   En este preciso instante apareció Garu.

-Hola, chicas.

-Garu - saludo con un ligero movimiento de cabeza - .

-Adiós - resalta Tali con enfado - .

-¿Dónde vas? - salta extrañado.

-Donde no pueda verte.

-¿Cómo?

-Has oído bien. Quiero perderte de vista.

-¿Por qué? ¿Qué he hecho...? - pregunta Garu dolido.

-Lo sabes perfectamente.

-No. No lo sé. Por eso te pregunto.

-Pues yo sí lo sé. Lo sé todo.

-¿Qué es lo que sabes? ¿Qué es ese todo?

-Que me estás engañando con otra.

-¿Perdona?

-Te vi ayer con esa chica de bachillerato. Vi cómo te reías con ella. Vi cómo os abrazabais al final de la charla que tuvisteis.

-Te estás confundiendo, Tali.

-¡No me estoy confundiendo! Además, siempre veo que esa te da me gusta en las redes sociales.

-No la llames esa. Se llama Lenay.

-Si no me estuvieras poniendo los cuernos con Lenay - añade el nombre con tono burlón - no la estarías nombrando.

-¿Acaso a ti no te gusta que te llamen por tu nombre?

-¡No me cambies de tema! Estamos hablando de otra cosa.

-¡No hay nada entre nosotros!

-¡A mí no me engañas, farsante!

-Ya está. Hasta aquí hemos llegado.

-¿A qué te refieres?

-Estoy harto de tus celos. No puedo mirar a nadie sin que me eches la bronca. Se acabó: te dejo.

-¿Cómo que me dejas...? No puedes hacer eso...

-Sí que puedo. Es siempre la misma historia. No hago nunca nada sin ti porque te enfadas, y estoy hartándome de eso. Lo mejor es que nos distanciemos.

-No me hagas esto, Garu...

-Tendrías que haberlo pensado antes de acusarme de liarme con otra que no seas tú.

   Sin mediar una palabra más, Garu se fue de allí. Tali se dejó caer sentándose así en el banco.

-Tali...

-¡Déjame!

-Pero...

-¡Vete! ¡No quiero ver a nadie más hoy, Uuderj! - dijo mientras los ojos se les llenaban de lágrimas.

-Como quieras - contesté apenada - . Si necesitas algo, pásate por mi casa.

    Ese día no se pasó por mi casa, ni al siguiente, ni al siguiente, ni al otro... Me rehuía en los pasillos del instituto, no me cogía el teléfono, ni contestaba a mis mensajes...

    Varios días después de su ruptura, se me pasó por la cabeza hacer una visita a Garu. No estaba en su casa. Nadie lo vio en aquel día, su padre no sabía dónde estaba, ni siquiera su hermano mayor, con el que compartía todo. En ese momento, recordé cuando éramos pequeños y él se peleó con su hermano:

    Llegó al banco que hay frente a mi casa. Lo pude ver desde el balcón de mi habitación. Bajé sin dudar.

-Garu, ¿estás bien?

-Ven conmigo.

    Lo acompañé a las afueras del pueblo dando un paseo en bici. Cuando llegamos, nos sentamos debajo de un árbol, a su sombra. Me miró fijamente a los ojos. El chocolate de siempre no rebosaba la misma felicidad que antes. Noté que algo iba mal. Se acercó, posicionándose a pocos centímetros de mí, fue entonces cuando me abrazó. Respondí a su abrazo. Lo acaricié con suavidad dándole a entender que todo iba a salir bien. Segundos después, rompió a llorar. Sus lagrimitas traspasaban mi fina camiseta. Me saqué un pañuelo del bolsillo y se lo di.

-Toma.

-Gracias – dijo sonándose la nariz y secándose las lágrimas –.

-¿Te encuentras mejor?

-Sí.

-¿Qué ha pasado?

-Mi hermano me dijo que yo era el culpable de que mamá y papá se divorciasen.

-No le hagas caso. Sólo busca respuestas para algo que no entiende, aunque esté equivocado en ello pensará que es cierto.

-Pero… ¿y si es verdad?

-No lo es. Deja de comerte la cabeza.

-Creo que mi hermano tiene razón. He visto vídeos de ellos y él antes de que yo naciera. Se les veía mucho más felices que en los que estoy yo.

-Puede que no estén destinados a estar juntos. Quizás se precipitaron al tener a tu hermano y con el roce de vuestra crianza empezaron a llevarse peor hasta ya no gustarse nada.

-Entonces, ¿el amor no es para toda la vida?

-En algunos casos sí, creo…

-No entiendo a los mayores.

-¿Y quién los entiende? Ni siquiera ellos mismos se entienden.

-Cuando yo sea mayor, no me pasará eso. Querré a mi novia toda la vida.

-¿No crees que es muy pronto para hablar?

-No porque cuando siento algo, lo siento de verdad. Sólo me enamoraré si es la adecuada.

   Después de este paréntesis recordando años atrás, me dirigí hacia mi casa para recoger la bici y, seguidamente, salir del pueblo.

   Por el camino fui recordando cuando días después Garu y yo conocimos a Cile. Él acababa de llegar a nuestro colegio, se sentía solo y me acerqué.

-¿Vienes conmigo?
  
   No me contestó y sonreí. Estaba rojo, creo que de vergüenza.

-Tranquilo, no te voy a hacer nada malo, ¿eh? Vamos, ven.

-¿Dónde? – dijo tímidamente.

-No hagas preguntas, ya lo verás – añadí cogiéndolo de la mano – .

   Lo llevé detrás del edificio donde había un recoveco y me esperaba siempre Garu ahí.

-Cile, él es Garu, mi mejor amigo.

-Bienvenido a nuestra pandilla de sólo dos personas, Cile – dijo riendo – .

-Ahora eres nuestro amigo, ya no estás solo – dije abrazándolo – .

   No dijo nada, solamente sonrió y nos miró agradecidamente.

    El pitido de un coche me sacó de mis pensamientos recordándome hacia dónde iba.

Lluvia De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora