En el recreo fui a reunirme con Garu donde siempre quedábamos. Llegué. No había nadie. Me extrañé. ¿Por qué no estaba allí? Decidí esperarlo un rato. Pasaban los minutos y no aparecía. No paraba de preguntarme que dónde podría estar y por qué faltó a nuestra cita de todos los días, desde que nos conocimos:
Estábamos en infantil. Tali era mi mejor amiga, pero no pudo ir en mucho tiempo al colegio: su madre estaba enferma. Se tuvo que ir a vivir a la casa de su abuela, a kilómetros y kilómetros de mí. Yo me sentía sola. No me juntaba con muchos otros niños. Había quienes me invitaban a pasar con ellos el recreo, sólo por aparentar ser buenos frente a los maestros que allí se encontraban, puesto que me ignoraban en los juegos que hacían. Para eso prefería estar sola y hundida en mis pensamientos, dando rienda suelta a mi imaginación. Un día, llegó Garu. No lo vi como los demás, más que nada porque él venía solo. Recuerdo que llevaba una bolsa con su nombre puesto en colores vivos, una chaqueta marrón a juego con sus ojos y una mochila de Bob Esponja. Garu era muy adorable en esa época: pequeñito con ojos grandes, pelo largo castaño y sus mofletes eran gorditos con un color rosa claro. En conclusión, muy chibi. Parecía sacado de los dibujos animados.
Vino hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja y balanceando su bolsa.
-¿Por qué estás sola? - me dijo con su vocecita aguda.
-Porque mi amiga ha faltado a clase - contesté triste.
-¿Puedo sentarme contigo? - preguntó señalando el hueco vacío.
Ahí se sentaba Tali. Si él se sentaba pensé que sería como traicionarla ya que ese era su sitio. Por otro lado pensé que sería la chica más tonta que pisaba la Tierra si no aceptaba que quisiera estar conmigo y si surgía otra nueva amistad, pues bienvenida era.
-Vale.
-¿Quieres? - me preguntó enseñándome su almuerzo - Me he fijado y no tienes nada para comer.
-No quiero. No tengo hambre.
Siguió insistiendo e insistiendo durante un largo rato y no se dio por vencido hasta que acepté comer un trocito.
-Coge más. No creo que me lo coma todo.
-No quiero más. Tienes que comerlo tú, es tu desayuno.
-Es mucho para mí. No me cabe tanta comida en el estómago.
-Déjalo para luego, en la merienda te lo terminas de comer.
Me miró con cara de no convencerle mucho lo que estaba diciendo, pero viendo que no iba a ayudarlo a acabarse el almuerzo decidió guardarlo.
Desde ese día en el almuerzo, Garu y yo decidimos compartir la comida en cada recreo. Un día me traía yo para los dos; al siguiente, Garu, y así sucesivamente.
Luego vino la pregunta más inesperada para mí, la que me hizo cambiar esos años y volverme algo más extrovertida, más social. Desde aquella, Garu y yo no nos hemos separado nunca cuando a penas suelen durar las amistades conforme vas pasando cursos y te cambian de clase constantemente. Me sonó extraña al principio, pero parecían sonar las palabras de un ángel acompañadas de una melodía gloriosa con arpa. Nunca se me olvidará la sonrisa que emergía de sus labios, o los ojos tan alegres y sinceros al decirme esas palabras. "¿Quieres ser mi amiga?". Tardé un momento en reaccionar. Solté un ligero sí con un fino hilo de voz. Lo siguiente que me dijo fue "¡Genial!"
Tres meses más tarde, por fin pudo venir Tali al colegio. Su primer día en ese periodo de tiempo no le gustó mucho que digamos... Además de que estaba nublado, como para llover (que al final no llovió), y ella detesta este tiempo, mi amistad con Garu la remató. No le cayó muy bien, pero viendo que no tenía otra opción, nada más que soportarlo, aceptó que estuviera con nosotras.
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Lluvia De Cristal
Teen FictionUuderj, una niña feliz, se convierte en una adolescente que ayuda a la gente sin importarle lo que le hagan hasta que un día toma una decisión que la marca... "[...] Mi corazón se aceleraba, las manos me sudaban, palidecían y enfriaban, [...] se me...