Quizá haya un día en que la claridad se apodere de mi mente, un día en el que sepa, exactamente, qué quiero hacer durante el resto de mi vida, un día en el que reconozca a los amigos de verdad y a los que mañana se irán, un día en el que la incertidumbre me abandone y vuelva a saber de ti.
Un día en el que pueda volver a verte y abrazarte como la última vez que me dejaste, que me vuelvas a apretar entre tus brazos como queriendo decir que nunca te irás y que no quieres que esto termine aquí,
y luego mirarte y darme cuenta que sonríes más que nunca, aunque con cierto aire apenado que pueden observar todos aquellos que nos rodean, que nos miran con felicidad porque nos quieren y nos desean lo mejor,
lo que ellos no sabían es que yo nunca podré ser lo mejor para ti, porque tendrás a miles de chicas más que te bailen con arte y afinen canciones, miles de chicas que sean igual de ordenadas que tú y que sepan conjuntar ropa, chicas que no sean un desastre como soy yo y que no vayan a destrozarte,
porque, amor, tú eras el que me ibas a reconstruir, a ordenar el corazón, igual que ordenas tu maleta antes de un viaje, me ibas a liberar de estas cadenas que me atan a la realidad, e ibas a ser mi musa por un instante,
pero no, tu boca me sonreía, pero tus ojos me miraban tristes, como quien sabe que cuando deje este lugar, ese autocar, ya no podrá seguir igual,que volverá a la realidad y se ahogará en la rutina, y esque, me he dado cuenta que me haces volverme cuerda y como siga así me voy a terminar ahogando a mí misma,
y por eso he recurrido a la poesía, a ti, una vez más, para volverme cuerda por un rato, quizá por última vez o quizá un día nos encontremos y culpe a la casualidad, aún sabiendo que es mi destino volver a tus brazos.