Ya está llegando,
el invierno se acerca,
lo siento en la niebla mañanera y en mi nariz roja,
lo siento en los abrigos que siempre he odiado y en la melancolía de tus abrazos,
lo siento cuando veo a la gente pegada al radiador y en la ausencia de palomas,
lo veo en los gorros nuevos y en los guantes rotos.
Está viniendo el frío y estoy dejando de respirar,
te estoy volviendo a echar de menos,
yo que creía que te iba a olvidar,
y lo que se me olvida es que soy una ilusa,
un alma débil deambulando como si algo me importase desde que no estás.
Hoy he vuelto a llorar y a pensar qué sería de mí si estuvieses a mi lado,
si me mirases otra vez,
quizá sonreiría más y tendría excusas para ser quién realmente quiero ser.
Hoy todo ha vuelto a ser como de costumbre, un desastre,
aunque hacía tiempo que no era por ti,
había intentado gastar tiempo con bocas ajenas para lograr olvidarte,
y en realidad terminaba buscándote en esos días grises ,
encontrándome únicamente en medio de un lago sin orillas.
Pero no puedo seguir así, me estoy cansando de nadar.
Me siento insegura y veo que eres el único que podría remediarlo,
al único al que le cogería la mano para poder salir y, es que,
de verdad que estoy dispuesta a arriesgarlo todo por ti,
pero parece que tu no vas a mover ni el primer peón.
Y por eso quiero decirte,
aunque tú no me escuches y nunca lo vayas a hacer,
que sigo teniendo esperanzas,
que cuando empiece este invierno de mierda,
llegues tú inundándolo todo con esa cálida mirada,
con esas manos capaces de recogerme al caer
y con ese abrazo familiar.
Vuelve,
porque hasta en la cama empiezo a notar el frío.
Vuelve,
apacigua mi invierno.
