En mi sueño hace frío. Llevo la misma camiseta vieja que uso para dormir y no llevo nada debajo. Estoy de pie en plena calle, rodeada por desconocidos que andan frenéticamente de un lado para otro. La multitud camina a empellones sin consideración alguna. Algunos viandantes simplemente me ignoran, mientras que los que reparan en mi presencia, me miran como si de una lunática se tratara. Sin saber muy bien que hacer, camino en círculos tratando de encontrar la salida de aquel laberinto humano.
Un tipo trajeado hablando por el móvil tropieza conmigo y me hace caer. Sigue como si tal cosa y pasa de largo. Yo quedo tirada en el suelo. Estoy tan asustada, como un conejito que no encuentra el camino de vuelta a su madriguera. Sigo en la calzada, rodeada por un centenar de piernas deambulando como hormigas. Algunos tropiezan súbitamente contra mí, así que me pongo en pie como puedo tratando de no volver a ser envestida.
Recuerdo avergonzada que al caer enseñé mis vergüenzas, por lo que estiro la camiseta a fin de no volver a mostrar más de la cuenta. El resultado es peor todavía. La camiseta se desgarra súbitamente, se desintegra como si la hubiese rociado con ácido y veo atónita como me quedo desnuda en cuestión de segundos. Me cubro con los brazos como puedo y me echo al suelo sollozando. El grupo de muchachos que fumaba "yerba" reaparece. Sus rasgos están distorsionados, con los brazos largos y las bocas imposiblemente grandes. Se ríen de mí. Y me gritan con un aullido que resuena en mi cabeza —"Estrecha puta"— Enmudezco y ellos parecen venirse arriba. Lanzan miradas sedientas contra mí mientras se relamen. Ahora sus sonrisas se tornan lobunas y los ojos le relucen con un brillo siniestro.
Aprieto con fuerza los puños hasta que no puedo aguantar más, grito de rabia e impotencia. De pronto la gente me hace hueco. Responden asustados cuando les enseño los dientes. Como si los hubiera despertado de un largo letargo y traído de vuelta a la realidad. Una realidad de la que yo soy la dueña. —Este es mi sueño. ¡Joder!
Salgo corriendo entre el pasillo de carne que forma la gente, cada vez más apelotonada y salgo corriendo. Cada vez más y más rápido.
Conforme voy ganando velocidad, el viento se desliza por mi cara, los rizos de mi melena oscilan como una llamarada... y entonces lo siento por primera vez. Una sensación indescriptible, mágica. Noto una vibración bajo mis pies, que se vuelven ligeros. Tomo impulso y me elevo... ¡No! Es más que eso. ¡Floto! Me deslizo por el aire brevemente y finalmente comienzo a volar por los cielos.
La gente, la calle, los edificios... pronto todo queda empequeñecido. Reducido a simples motas, que convierten al paisaje en un mosaico de colores. En aquella nueva perspectiva, predomina el color gris apagado de los edificios, sobre el tímido verde oliva de la casi extinta vegetación. Sigo con la mirada el camino serpenteante que delimita la costa y veo como aparece una línea perfectamente definida entre la arena blanca y el azul del mar, que se extiende hasta perderse a la vista. No encuentro palabras para describir la belleza de lo que ven mis ojos.
La gravedad ha dejado de ejercer su influencia y sigo elevándome. Movida por un instinto primario hasta ahora desconocido, cierro los puños con fuerza y tomo impulso hasta situarme en una corriente de aire, aumento la velocidad de forma vertiginosa y ruedo sobre mí misma. Estiro los brazos y hago piruetas, girando como una hélice. Veo el mundo girar y girar. Sonrío, grito, río a carcajadas. Me vuelvo loca de felicidad mientras la adrenalina bulle frenéticamente por mi organismo, como una droga.
De pronto me detengo a mitad de una pirueta algo sorprendida. A mis pies, a unos cuantos metros, ha aparecido una especie de mar de textura esponjosa.
De pronto me da un vuelco al corazón, — ¡estoy del revés! Lo que tengo debajo son nubes, no el mar. Viro con una grácil maniobra y vuelvo a la "normalidad". Si es que al hecho de estar volando, se le puede llamar normalidad. Ahora, la barrera nubosa; lechosa como la nata, está en el lugar donde debería. Sobre mí.

ESTÁS LEYENDO
La ventana de Sofía
عشوائيTodos los derechos. Registrado en Safe Creative. Buenas! me presento Soy Raúl y estoy muy contento de poder publicar mi primer relato. La historia en sí, trata del poder sobrenatural de los sueños y sus terroríficas repercusiones, cuando te alcanza...