Superarte

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Ahí estaba,

sola, en el silencio,

pensando que algún día estaríamos,

juntos en incienso.


En mundos diferentes,

mentes conectadas,

polos opuestos

y almas quebrantadas en ridículos puestos.


Causantes de nuestro dolor,

propio y singular,

bello y fugaz,

sin detalle, ni esperanza,

ver el tiempo pasar.


Sola, con un lapicero,

escribiendo obras,

de los recuerdos,

y de las sobras.


Serenidad y armonía,

que me quitaste,

cada día,

sin sonrisa me dejaste,

solo reíste y te marchaste.


Huyendo de la mente,

Escondiéndose de la verdad,

desaparecer de repente

y no querer regresar.


Así era,

Frío y claro,

conciso y cortante,

Ojos café amargo,

y mi pequeño amante.


Sin decir nada,

él se iba,

se quedaba solo,

Acompañado de su soledad,

perdiendo la cordura,

y la sobriedad.


Embriagado de canciones,

poemas dulces de amor,

fáciles ilusiones

que terminan quemadas,

en puras desilusiones.


nadie sabía donde había quedado,

el tiempo de ayer,

en donde cayó la pesadez

y no pudo ser reparado.


las agujas aún cosían las heridas,

cuando él se acercaba,

pero no podía evitar actuar así,

cuando los labios de ella rozaba.


Era la debilidad,

De toda la fortaleza,

el ladrillo que siempre se caía,

por salir a ver la naturaleza.


Y así quedó,

en penumbra,

en silencio que nos grita,

donde el corazón,

el daño evita.

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