3.
-¿Qué ha pasado?-Mi madre entró alarmada por el ruido y mi chillido. Yo seguía un poco en un tipo de shock. Y no especialmente por el vaso.
-Lo-lo siento...-Dije tartamudeando.
-Tranquila, cielo. Tu sube y ten cuidado de no clavarte ningún cristal.
-Si-Si...Gracias mami.-La bese en la mejilla y subí rápido a mi cuarto. Me encerré y me tiré sobre la cama.
"¿Que acabas de hacer, Emma?"-Me preguntaba a mi misma.
Tal vez tengo que contarselo a mi madre. Pero, ¿qué diría? Lo de siempre.
"Estás loca y demasiado hormonal"
Me incorporé hasta quedar sentada sobre la cama. Miré a mi alrededor. Debía visualizar algo, que ésta vez, no se rompiese.
La carpeta.
La señale con mi mano, pero la carpeta no se movía.
"¿Cómo mierda funciona esto?"
Intenté concentrarme. Frunci el ceño y cerré los ojos. Estaba segura que tenía cara de estreñida. Cuando los abrí, me asusté. La carpeta estaba volando. En el aire. Yo a penas respiraba.
Es como un cuento de niñas que desean tener poderes. ¡Pero yo no soy una niña! Esto es una locura.
Bajé un poco la mano y la carpeta se movió conmigo. La indique que se posara ella mesa y se poso.
"Bien, Emma. Eres la chica que susurra a las carpetas."
Estúpido. Todo era estúpido. Tenía ganas de despertarme de este estúpido sueño. Me retorci la piel del brazo, pellizcandome a mi misma. A los segundos noté el dolor y paré. No era un sueño. Me levanté y cogí el teléfono móvil.
"Estáis enfadas. ¿Por qué la vas a llamar."-Dijo mi yo malo.
"Sois mejores amigas. Habéis discutido por una bobada."-Dijo mi yo bueno.
-Maldito subconsciente.-Dijo mi yo normal.
Me levanté y me puse el abrigo. Tape mi cabeza con un gorro de lana y me puse unas botas. Era pleno invierno y hacía frio. Agarré mi móvil y lo llevé al bolsillo. Salí de mi cuarto y bajé rápidamente.
-Me voy a dar una vuelta.-Grite para que mi madre me oyese. Pero mi repelente hermano Pablo se interpuso en mi camino.
-Pablo, vete de en medio.-Intenté esquivarle, pero el se cambió de sitio sin dejarme salir.
-¿A dónde vas?
-A ti que más te da.
-¿A mi? Me da igual. A ti es la que te interesa si quieres salir.
-¡Pablo joder! Quitate de en medio.-Le pegué un empujón y salí de mal humor por la puerta.
El aire me golpeó fuerte en la cara y un escalofrio recorrió todo mi cuerpo. Subí el cuello de mi cazadora y comencé a andar. Sabía a dónde quería ir y a quien tenía ganas de ver. No podía quitarmele de la cabeza en todo el rato así que...¿Que mejor remedio que la propia enfermedad?
Camine deprisa, se me estaban helando los huesos. A los 10 minutos me encontré en frente de la cafetería de esta mañana. Abrí la puerta y las campanitas colgadas del techo golpearon con la puerta, haciendo notar que yo había entrado. La gente me miró algo raro.
¿Que haría una jovencita en un sitio como este?
"Buscar al buenorro que ha conocido esta mañana."
