*EMMA POV*
Bajé las escaleras como una bala. Faltó un pelo para que casi me caiga. Atravese el pasillo mientras me colocaba un poco el pelo despeinado. Cogí la mochila y me la puse en un hombro. Me miré a un espejito que tenemos colgado en la pared y abrí la puerta. Antes de cerrar, oí chillar a mi madre.
-Ve con cuidado, Emma.
-¡Si mamá!
-¿Llevas la merienda?
-Lo que llego es tarde. ¡Adiós!-Cerré la puerta cabreada y comencé a correr desesperada.
Atravese las calles esquivando a todo el mundo. Cuando llegué a la parada vi como el bus ya se había marchado a lo lejos. Sin a penas aire, me senté bajo un árbol que daba sombra a respirar.
No hay manera, siempre llego tarde.
La próxima vez le diré a mi madre que me lleve ella al colegio. Estoy ya en primero de bachiller y no puedo pirarme las clases. Pero hoy, entre que vuelvo a casa, mi madre se arregla, coge el coche y vamos al colegio...Mejor voy andando y llego a segunda hora. Tampoco me dirán nada si llego justo en el cambio. Comencé a andar cuando mi barriga se revolvio e hizo un ruido horroso.
No he desayunado.
Con las prisas no he tomado nada antes de salir y anoche a penas cene. Miré el reloj: 9:30. Las clases no empezaban hasta las 10, así que decidí entrar a tomar un café. A penas había gente. Empresarios tomando unos cafés y alguna de las dependientas de Zara, donde siempre voy yo a comprar. Me senté en una mesa y esperé a que alguien me atendiera. Vi como un camarero, bastante guapo, se acercaba a mi. Iba vestido de negro entero, con unos pantalones pitillos y una camiseta de manga corta. Cada paso que se acercaba era aún más guapo.
"Basta, Emma. Es demasiado mayor."-Pensé.
-¿Que desea tomar?-Me preguntó con una preciosa sonrisa.
-Eh...Un descafeinado, por favor.-Dije amable. Sus ojos verdes brillaron inmensamente y asintio mientras volvía a la barra.
"Menudo culo."-Dijo mi yo malo.
"Ya, Emma. Estas desatada."-Dijo mi yo bueno.
A los minutos volvió y me sirvió mi pedido. Yo tan sólo le sonrei. Oh dios mio, está demasiado bueno. Cuando se dio la vuelta presenti que no iba a volver a saber de él. Pero me equivoqué. Con mucho descaro volvió a mi mesa y cogió una silla. La dio la vuelta y se sento abriendo las piernas y poniendo sus brazos en el respaldo.
-Eres demasiado joven. Te echo unos...¿17 años?-Mi sorpresa fue aún mayor.
Mierda. Soy menor y se supone que tengo que estar en el colegio.
-Tengo 16 y por favor...No llames a la policía. Me la cargare.-Dije suplicandole un poco de piedad.
-No voy a llamar a la policía. Yo también he echo peyas.
-Te puedo explicar lo...Que me ha pasado.-Dije con un hilo de voz. Malditos nervios. Me estaban pasando una mala pasada.
-No me hace falta. Sólo quiero que me digas tu nombre.-Dijo coqueto. Yo arquee una ceja en muestra de estrañez.
-Emma, pero todos me llaman Em.-El me extendió una mano y yo la agarré. No dejaba de sonreir.
-Yo soy Marcos. Encantado.-Después de estrujarnos las manos él se levantó y puso la silla correctamente. Volvió a la barra y yo me levanté. Me puse la mochila a la espalda y salí de la cafetería. Miré el reloj. 9:53.
Era hora de volver a clase.