El tercero.

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Tercer 1 de Julio importante. 



Ya habían pasado unos meses desde lo de Sokovia, ellos dos se quedaron entrenando a los nuevos vengadores, amistades que habían echo con el tiempo y a la vez personas con capacidad y pasión para proteger el mundo, así como ellos.



Decidieron tomarse sábado y domingo de descanso, tenían meses entrenando arduamente, cada quien hizo sus planes excepto ellos dos. Cuando Natasha cruzó por la cocina y lo vio allí sentado, mirando su taza de café como si fuera lo más intrigante del mundo decidió acercarse a el.



-Hey vejestorio -saludo la pelirroja acercándose a el.



-Más respeto a tus mayores por favor.



-Vaya, al fin empiezas a ser gracioso. ¿No piensas salir? Hay que disfrutar los días libres. 



-¿Tu tienes planes? -y ella juraría que vio algo como un brillo en sus ojos.



-Pienso ir a comprar algunas cosas que necesito, de paso surtir un poco la alacena, nuestro querido Sam come como monstruo y de eso prácticamente nada, pero si llegaría un poco tarde.



-¿Puedo ir contigo? Te ayudaría con las cosas y en la noche ya cuando terminemos te invito unos tragos. No tengo nada que hacer.



-Bien, acepto. Vamos de una vez -y el juraría que el rostro de ella cambio a uno con un semblante más emocionado.



Se fueron en el coche de ella, platicaban y se reían a cada momento. Primero compraron lo que Natasha necesitaba más personalmente, un poco de ropa, útiles de higiene y unos pares de botas nuevas, luego fueron al supermercado comprando sólo lo necesario y sin sobrepasarse, pero realmente sus compañeros (Más bien hablando de todos menos de Natasha) comían como si el mundo se fuese a acabar en dos minutos y fuese su última comida. Venían cargados de bolsas, principalmente Natasha ya que le hacían falta muchas cosas, ya hasta le había prestado pedido su shampoo a Steve tres veces, dos a Wanda y robarle secretamente unas cinco veces a Steve, su ropa o no le quedaba o quedaba sin poder darle un uso, a veces entrenaba sin su uniforme, otras veces por misión sorpresa, ataques inesperados o cualquier cosa su ropa quedaba sin buena vida. Ya venía cargada de lo que necesitaba y realmente necesitaba un trago, tantos meses entrenando duro de repente le pasaban la factura. 



Steve le indicó un bar que ella desconocía, al entrar le pareció agradable. Bebían y hablaban, los sentimientos cada vez más les parecían más difíciles de controlar, Natasha se admitía que estaba atraída hacia el soldado, más no algo más. En cambio el si que sabía que había caído enamorado locamente hacia la chica, al menos eso creía. Avanzaban las horas y casi era media noche. Bebían mucho pero su organismo estaba igual de estable que unos tragos atrás, puede que no se puedan embriagar pero eso no quita que el alcohol los hiciera sentirse más cómodos con el ambiente.


El juego de miradas ya había comenzado, las manos y los pies ya estaban inquietos, sentían la necesidad de estar más juntos y eso hacían, se acercaban un poco más cada que uno hablaba.


-Y no pude esquivar el cuchillo, así que me dio aquí -se bajo un poco la blusa y le enseñó una cicatriz que estaba a la altura de su omóplato.



Era obvio que el no dejo de mirar la fina cicatriz, pero más le robó la atención la suave piel blanca de ella, como si le llamará, con ganas de tocarla y sentir ese choque que pasa cuando accidentalmente juntan su cuerpo con el otro.



-¿Dolió? 



-Eh sentido más dolor y de otras cosas -estaban muy cerca, en algún momento Steve se acercó lo suficiente como para que sus rostros quedarán a centímetros. 


Podían sentir el aliento del otro, se llamaban mutuamente y sus ojos lo sabían, les gritaban con desesperación que cada vez se juntaran más. Podía sentir que el la miraba con devoción, cosa que le agrado bastante.


-Pues no quiero que te duela nada nunca más -le murmuró mirándola directamente, con determinación y seguro de si mismo, Natasha sintió un escalofrío un tanto peculiar cuando Steve dijo eso y más estando a una poca distancia y con una mirada que la hacia sentir mantequilla a cien grados.



La poca distancia que había entre sus labios tentadores por fin cesó. Se sentía diferente a aquel beso en las escaleras, aquel beso inicio algo, este beso les confirmaba algo. Era algo como su primer y verdadero beso, sentían toda una gama de emociones, sentimientos por doquier, solo era una explosión de alegría, amor y pasión. Porque eso era realmente, es era su primer beso, no ninguna novatada como la otra vez, ese beso les demostró todo lo que sentían y lo que se significaban mutuamente. Allí ella se dio cuenta que el soldado no sólo le atraía, se había metido en el peligroso juego de niños llamado amor, si, se había enamorado del super soldado. El en cambio ahora estaba seguro que realmente estaba loco, perdido por ella totalmente, nunca en su vida había sentido algo así de grande y bello. Después de separarse del dulce beso miraron la hora, pasaba la media noche.


Aquel primero de Julio habían tenido su primer beso.

Un primero de JulioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora