El echo de que no tuviese un móvil de ultima generación hacia casi imposible la comunicación con Alice y la limitaba a llamadas y mensajes de texto. Muy moderno todo, vamos.
Esto hacia que tres tardes a la semana me tuviese que quedar en la biblioteca del instituto para raptar un ordenador o chupar un poco de wifi desde mi portátil para hacer una de nuestras videollamadas semanales.
Las doce que hacíamos en total al mes no eran mas que charlas sobre los pocos amigos que había hecho en Philadelphia, y sobre los pocos con los que hablaba yo.
Digamos que nos lo pasábamos relativamente bien, dentro de lo que se puede hacer en un lugar publico donde la mayoría de gente aspira a trabajar en Harvard, la CIA, o la NASA.
Pero, muy a mi pesar, era mi hábitat natural. A parte de en los ordenadores, pasaba muchas horas en él. En mi casa, o mejor dicho, en el rancho, no se podía estudiar demasiado bien. Siempre había ruidos de tractores o furgonetas de arriba a abajo o de animales.
Pero el olor a libro antiguo y los sillones esparcidos hacían de la Biblioteca mi refugio. Digamos que, mientras estaba sumergida en mis libros, era invulnerable al resto del mundo y, evidentemente, la gente imbecil era muy fácil de evitar. Así que básicamente, me encantaba.
La primera semana de Diciembre había pasado tranquila, con alguna que otra conversación sin importancia con Shawn, que había vuelto a mirarme raro cuando creía que no lo notaba. En cuanto nuestras miradas se encontraban en clase o en el laboratorio de Biología, me sonreía de una manera que aun no había descifrado del todo, así que cada vez temía tener restos de comida entre los dientes o estar horriblemente despeinada, cosa que solía ocurrir a menudo.
Pero aun así, nuestro trato parecía seguir adelante bastante bien. Yo hacía mis esfuerzos para ser amable y él, bueno, seguía exactamente como antes.
Hacia el final de la clase de Historia del jueves, con Shawn al lado y el cuaderno lleno de apuntes sobre la acción política de Mussolini, la Profesora Pieterse se acerca a su pupitre y nos da un aviso.
-Bien chicos, debido al puente de cuatro días de este fin de semana y al retraso que llevamos en el programa, el martes que viene tendremos un examen -anuncia. Mierda. Shawn se gira hacia mí e intercambiamos una mirada de terror
-Sé que no hay mucho preaviso, pero si habéis estado atentos durante lo que hemos hecho de curso, no tenéis que preocuparos -afirma. Ya, claro.- Personalmente, os recomiendo estudiar por parejas o en grupo, tantos datos y fechas pueden ser difíciles de asimilar.
Oh, vaya. Gracias por el consejo. Y por la consideración.
-Qué putada -me susurra Shawn, y respondo con un suspiro exagerado.
-Oye, ¿necesitas ayuda para estudiar? -le pregunto en voz baja- Podríamos quedar mañana por la mañana, si te va bien.
-Eso sería genial, gatita -me dice.
Finalmente suena el timbre que indica el final de las clases.
-Bien, pues mándame un mensaje y quedamos -le digo mientras me levanto de la silla.
-Gatita... -empieza.
-¿Mmh? -le suelto.
-Si no recuerdo mal, nunca me has dado tu número de teléfono.
-Ya se apañará usted solito, Señor Mendes -le contesto con una sonrisa, y salgo por la puerta.
Antes de que haya llegado a mi taquilla, me vibra el móvil y me lo saco del bolsillo.
"Hasta mañana, gatita"
Sonrío.
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Blair, te presento a Shawn
FanfictionBlair, una simple chica de un simple pueblo de la simple Alabama, crece en un rancho con su padre. Su simple vida da un giro de 360 grados cuando Shawn, un chico de Boston, llega al instituto. Tal vez le saque de quicio e incluso le irrite muchísimo...