Capítulo 2: una mañana como cualquier otra

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Las puertas se abrieron, y una gran masa de personas bajo en esta parada, es normal, pues aquí bajan muchos estudiantes y trabajadores de las oficinas y comercios cercanos. Pero en cuanto salía del metro, un grupo de policías estaba haciendo un control rutinario a la salida del metro.

- Carta de transportes, por favor. - repetían los policías a cada persona que salía del metro.

Había 2 policías por cada puerta del metro, siendo que el metro tenía 6 puertas, eran un total de 12. Entonces tomé mi teléfono y busqué mi carta de transporte estudiantil antes de que ellos me lo pidieran.

- Buenos días joven, carta de transportes por favor. - me pidió el policía en cuanto me puse frente a él.

- Aquí tiene señor. - le mostré la pantalla de mi teléfono, al mismo tiempo que él la escaneaba.

- Gracias, tenga un buen día, joven Micael. - Me dijo, al mismo tiempo que hacia un gesto con su mano que me indicaba que tenía el paso libre para seguir mi camino.

El reloj marcaba las 08h18.

Una vez frente a la puerta del ascensor, me puse de nuevo los auriculares, guardé mi teléfono en el bolsillo izquierdo de mi pantalón y saqué el paraguas de la bolsa de deportes. Poca gente no usa el ascensor, suelen preferir las escaleras mecánicas o las escaleras puesto que los ascensores de esta estación no son muy grandes, y si no llevas un carrito para bebés o sufres de alguna discapacidad física la gente no lo usa, por lo menos en esta parada. Yo lo utilizo porque mi preparatoria está en una colina y gano mucho tiempo usando el ascensor en lugar de ir a pie.

Mientras esperaba que el ascensor llegara, me percate de que un par de policías le estaban pidiendo su documentación a una de las pasajeras. Intrigado por lo extraño que es el hecho de multen a alguien, por no tener su carta de transportes, me quite uno de los auriculares para poder escuchar lo que decían.
- ¿Señorita, no tiene tampoco su documentación encima, ni está inscrita en el sistema? - Le pregunto el policía más joven de los dos.

"No tiene su carta de transportes, no está inscrita en el sistema y no lleva ningún tipo de identificación, eso es muy raro en estos días", fue lo primero que pensé al escuchar esas palabras.

- Acabo de llegar hace poco a la ciudad - les respondió.

- ¿Y no estaba inscrita en el sistema en su antigua ciudad? - le pregunto su compañera en esta ocasión.

- No.

- En ese caso le va.....

En ese mismo instante el ascensor llego, tuve que marcharme y quedarme con la intriga de saber que iba a pasar. Es raro que alguien no tengo la versión digital de su carta de transporte o un documento de identidad encima, es aún más raro que alguien no esté inscrito en el sistema del control de habitantes.

La preparatoria en la que estoy, es la más antigua de la ciudad. Fue fundada en 1840, y sigue siendo útil hasta el día de hoy, se sitúa en el casco histórico en la parte mas alta de mi ciudad, de Lausana y está conformado de - edificios distintos, incluyendo el teatro y los talleres para física, química, artes, música y salas de gimnasia. Mucha gente de las ciudades y pueblos cercanos viene aquí a prepararse para los exámenes de aptitud para su futuro empleo.

Una vez que había subido la gran cuesta que lleva hasta el edificio principal, una voz familiar me llamó llena de energías.

- ¡Miiiicaaa! - Grito por mis espaldas, con aquel acento portugués tan marcado, que era i inconfundible.

Me giré y vi, debajo de aquel paraguas rojo oscuro, vestida con una blusa de un tono rojizo muy similar y una falda de un tono verde apagado, holgada y abierta que le llegaba hasta las rodillas al igual que sus medias negras, estaba Beatriz.

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⏰ Última actualización: Sep 21, 2020 ⏰

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R.A.I.N (EN CURSO Y REEDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora